Si uno busca la definición de “verse” en el diccionario, encuentra acepciones como la siguiente: “Encontrarse dos o más personas en un lugar de forma habitual”. Qué buen pie esto para poder formular lo que yo entiendo por “verse bien”: nada más ni nada menos que encontrarnos, pero con nosotros mismos. Ese encuentro, espejo de por medio o no, es donde evaluamos nuestra apariencia física.
Dime cómo te sientes…
Los estados de ánimo definen la forma en la que vemos el mundo. No es lo mismo lo que decimos en un estado anímico optimista que uno pesimista. ¿Alguna vez te pasó opinar sobre un tema un día y al otro día opinar totalmente diferente? Eso es lo que hacen los estados de ánimo, realmente definen lo que decimos, lo que pensamos y lo que vemos. En un estado anímico relacionado con el enojo o la frustración, andamos por ahí buscando pruebas de lo malo de la vida. Lo que en otro momento nunca me molestó, hoy me molesta. Si me veo al espejo en uno de estos estados, es bastante esperable que me vea mal. Y, por supuesto, en estados anímicos como el entusiasmo, la alegría y la esperanza, nos veremos bien.
Los estados de ánimo definen lo que decimos, lo que pensamos y lo que vemos
Cuestión de actitud
Si queremos vernos bien, empecemos por buscar sentirnos mejor. Cambiando nuestro estado, cambiamos la forma de ver el mundo. No solo me veo bien, sino que me dan ganas de verme mejor y lo hago por mí mismo, no por los demás. En un estado negativo, solo lo hacemos por los otros, porque no estamos motivados para hacerlo por nosotros. ¿Qué querés hacer? ¿Verte bien o sentirte bien? La actitud proviene del sentirse bien, no de la apariencia física. Estamos afirmando entonces que el sentirse bien alimenta el verse bien. Que el sentirse bien no solo hace que nos veamos bien, sino que es la fuente de nuestra actitud. ¿Qué actitud adoptamos?
¡Manos a la obra!
Si verse bien depende de nuestro estado de ánimo… ¿cómo podemos hacer para sentirnos mejor?
1. Poner el foco en las cosas positivas. Revisar nuestro diálogo interno cuando estamos atravesando un problema. Dar fuerza a lo negativo nos genera un estado anímico que nos consume.
2. Cuidar los vínculos. Estar en paz con nuestros vínculos importantes nos permite sentir bienestar.
3. Identificar las fuentes de dolor. Reconocer qué o cuáles cosas no nos aportan armonía.
4. Actividad física y descanso reparador. Para canalizar energía y generar la adecuada cantidad de dopamina, mejorando a la vez nuestra autoestima.
POR: Axel Persello
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