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La soledad en visible

Poner en foco la carga mental que nos condena para poder liberarla y hacer común un sentimiento que tenemos: sentirse solas, aún acompañadas.

¿Por qué creés que tu libro Solas, aún acompañadas tuvo tanta repercusión entre las mujeres?
Creo que el libro tuvo repercusión por el título en sí porque es muy convocante y porque analizo toda la estructura de soledad que viven las mujeres. Una soledad que es histórica. El hecho de que las mujeres estamos aisladas de la historia, como si la historia no la hubieran construido también las mujeres. Rescatás a algunas mujeres en la Revolución Francesa, en la Revolución de Mayo, pero no hay una “historia de las mujeres”, como un todo. La historia es la de los hombres como un todo, con mujeres que eran “distintas a la época” y se destacaron. Como si fuera algo extraordinario que haya mujeres políticas en la historia. Visualizar ese aislamiento y de dónde viene era uno de los puntos del libro.

¿Y cómo juega el papel de la soledad en nosotras?
La idea fue analizar la soledad como castigo. Esta soledad de que cuando la mujer sale del mandato, sale efectivamente de lo que la sociedad espera de ella. Termina muy aislada porque no cumple con la función social que se espera de ella y, por consiguiente, empiezan los cuestionamientos a sí misma. Ahí, empieza el “no sos vos, es el patriarcado”, y esta pregunta que nos hacemos las mujeres en algún momento: ¿soy yo la que está mal? Entonces, ahí empieza el tercer aislamiento: el no ver que nuestros problemas tienen una profunda raíz social. La enorme cantidad de mandatos y exigencias que tenemos sobre nuestros cuerpos. Lo que sentimos es que somos las locas, las histéricas, las malas y todos los arquetipos: la mala madre, siempre el tema de la mala mujer y el tema de la “mujer rota”, parafraseando a la novela de Simone de Beauvoir.

¿Qué pasa que terminamos siempre tan aisladas?
No reconocemos que estos problemas que tenemos no son personales, son colectivos: los tienen otras mujeres alrededor. Mujeres que ganan menos, que son desprestigiadas, el tema dentro de sus hogares, la violencia en los hogares, la violencia en la calle, el tema de que nos hacemos señoritas y se nos considera como mujeres sexuadas que pueden ser madres a los once y doce años. La presión por la cuestión sexual; ser geishas en el sexo y estar predispuestas más a satisfacer que a pensar qué nos da satisfacción. Todas esas cosas nos aíslan y ahí, aparece la competencia femenina que nos aísla porque no tenemos diálogo entre nosotras. Eso lo que vino a romper el feminismo.

¿El feminismo nos empieza a dar un diálogo?
Nos empieza a dar un diálogo entre nosotras. Nos empieza a unir. Incluso las que no se consideran feministas empiezan a entender los problemas de las mujeres como algo colectivo.

¿Sómos más conscientes de nuestras problemáticas?
Somos más conscientes y al hacerlo consciente liberamos carga mental. Porque esos mandatos se transforman en carga mental, en cansancio. Estoy convencida de que el estado haciendo políticas públicas de género, ha logrado que nos conscienticemos más de cómo son los circuitos de esas problemáticas.

¿Qué expectativas tenés para este 2020 referido a las luchas femeninas?
Mi expectativa es que el gobierno logre pensar el género primero desde lo transversal y no desde las “cosas de mina”, las “problemáticas de las mujeres”, porque detrás de cada problemática que tenemos las mujeres hay una situación social, coyuntural, de donde hay un atravesamiento del género que hay que trabajar. Poder ver las cosas de manera global va a hacer que efectivamente cambie mucho el tema de la perspectiva de los problemas de las mujeres. El problema no es la violencia, el problema es la desigualdad patrimonial, el problema son las barreras subjetivas que tienen que ver con la cultura. En lo personal, creo que tenemos que empezar a hablar del gran problema que tenemos en la Argentina de los hogares monomarentales. No podemos naturalizar que los hijos son de la madre, no podemos no responsabilizar a los padres incumplidores. Me parece que es hora de que las maternidades en soledad sean política pública.

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