Ya habiéndolo procesado un poco, ¿qué te dejó el éxito de Las Estrellas?
La verdad es que fue increíble lo que pasó y este tipo de cosas es muy difícil de procesar. Trabajábamos todo el día y no caíamos en la cuenta de todo lo que iba sucediendo. Salíamos poco a la calle y, cuando lo hacíamos, era impresionante el nivel de reconocimiento que había.
Recién ahora estarás bajando a tierra…
Sí, ahora estoy supercontenta de estar con más tiempo libre. Me tomé bastantes vacaciones, me fui de viaje… pero igual en el medio hice una película (El diablo blanco), filmé una participación en un unitario y, al final, estuve haciendo varias cosas (risas). Ahora, recién hace dos días que llegué a mi casa y estoy tratando de organizar mi vida, de ponerme a hacer actividades que no podía hacer cuando grabábamos la tira, como estudiar inglés.
¿Sos un poco workaholic?
Soy bastante adicta al trabajo porque me gusta mucho lo que hago. Cuando me proponen cosas, quiero hacer todo porque tiene que ver con que lo deseo. Pero también disfruto mucho del ocio, de viajar, de estar con mis amigas, de salir… Y para poder hacer esas cosas necesito no estar trabajando tanto, porque si no, al final, todo el tiempo estás deseando lo otro.
Me imagino que cuando hacés algo más comercial, te debe pasar eso de desear lo independiente…
Sí, yo soy reindependiente, lo tengo absolutamente desarrollado y ese costado siempre está ahí. Tiene que ver con que casi todos los proyectos teatrales que hice fueron independientes, hice sólo una obra de teatro comercial. De hecho, esta película que filmé (El diablo blanco) es superchiquita. Tengo ganas de hacer también cosas mías. Son dos caminos distintos y me gusta que convivan.
Está bueno ir y venir entre los dos, ¿no?
A mí lo que me pasa es que necesito un espacio para una búsqueda más personal, si no soy puro intérprete. Yo pongo mucho de mí en los personajes y creo que soy bastante interactiva con los proyectos, que, muchas veces, no dejan de ser proyectos de otros. Yo necesito un espacio más personal porque, si no, pierde el sentido todo.
En esta edición, hacemos hincapié en trabajar en nosotras mismas para sentirnos bien, ¿cómo canalizás vos tus procesos interiores?
Hago terapia desde hace muchos años ya y eso me funciona. Pero, la verdad, es que la actuación es recatártica. Incluso me pasa que cuando estoy sin actuar por mucho tiempo, me doy cuenta de que ando haciendo escenas por la vida. Hasta lo veo en mis amigos actores y cuando andan locos les digo: “andá a actuar al teatro”.
¿Y qué pasa cuando tu trabajo te conecta con una audiencia tan masiva?
Trato de sacarle peso a la mirada ajena. Me es muy difícil y es un trabajo diario, pero creo que te vas dando cuenta con el tiempo de que nada es tan importante y de que uno magnifica las cosas mucho más de lo que son. En realidad, hay un narcisismo que te lleva a pensar que al otro le importa mucho lo que hacés, cuando no es así. A la única que le importa es a mí, así que si me sale bien, genial, y si no, no pasa nada.
Digamos que sos compasiva con vos misma…
Intento no castigarme tanto y ahí todo se vuelve más liviano. Por suerte, yo hago lo que me gusta, actúo y me da placer, entonces siempre trato de acordarme de eso: que lo hago porque me genera mucho placer. Trato de conectarme con la diversión, con el disfrute y no tanto con la autoexigencia.
Hablando de conexión… durante toda la sesión de fotos estuviste queriendo ir a despedir a tu novio (Juan Ingaramo). ¿Estás a full, no?
¡Sí! Soy re novia-fan, me encanta lo que hace, me sé todas las letras y siempre voy a verlo. Soy recompañera, tratando de respetar su espacio.
Y estando tan bien, ¿no te picó el bichito de la maternidad aún?
En realidad, es algo que está en mente hace un tiempo, supongo que no dentro de tanto tiempo. Pero todavía no es mi momento, tengo otros deseos, pero ese es un deseo a largo plazo. Me pasa que todavía me sigue resultado mejor plan hacer otras cosas que ser madre en este momento, pero nunca se sabe…
¿Y qué planes tiene Violeta Urtizberea?
La verdad es que estoy en plan tranqui. Hace poco filmé El diablo blanco, una película que se va a estrenar en octubre, la ópera prima de Ignacio Rogers, de género de terror. Después no sé, no tengo ni idea. Fue un poco buscado, porque tuve unas propuestas, pero preferí dejarme un poco el año en blanco.
Te estás regalando tiempo para vos…
Sí, siento que el arte también necesita un poco de vacío. Si no, estás trabajando todo el tiempo y no te das un espacio a esa pregunta que tiene que estar. Yo, como actriz, necesito bajar un poco para después integrarme de vuelta con el deseo.
Trato de conectarme con la diversión, con el disfrute y no tanto con la autoexigencia
PING-PONG:
Una frase que digas mucho: “¿me entendés?”… ¡como si lo que dijera fuese muy complicado! (risas).
Algo que te llevarías al más allá: un libro bien largo, como para estar entretenida.
Un plato hecho por vos: me salen muy bien las tartas.
Un desafío pendiente: saberme una coreografía perfecta al estilo Britney (risas).
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