Entrevista
Entrevista | Personajes

Las cosas claras

Deslizándose entre el cine, la televisión y el teatro, fusiona el trabajo con su rol de padre y sus propósitos personales. Cada paso lo da con la convicción y firmeza del que sabe hasta dónde quiere llegar.

Se nota que tu personaje “César”, en El Marginal, fue ganando cada vez más poder. ¿Cómo ves esa evolución? ¿Sos de trabajar el guión con el director?
Claramente César en esta temporada está más líder, tiene un comportamiento de guía y está mejor posicionado, va tomando decisiones. En la construcción del personaje está el director, quien va dirigiendo el conjunto de la historia y no solamente lo que le pasa a César. Uno se va guiando por la bajada de línea de los libros y lo que uno conoce de las temporadas anteriores. Con un poco de cada cosa, uno va a armando lo que finalmente termina ordenando el editor cuando va uniendo las piezas y la última historia la construye él. Es una sorpresa no sólo para el espectador, sino también para nosotros.

¿Qué valores rescatas de tu personaje y cuáles de ellos te identifican a vos con César?
Un poco de manera inconsciente, se ve que es un tipo fiel, noble, que tiene sensibilidad y creo que está ahí preso pero no sé qué hace ahí, porque tranquilamente podría estar afuera.
Yo, como Abel Ayala, siempre estoy tratando de construir una vida basada en los valores: ser una persona que honra la vida, ser elegido, ser un ejemplo para mis hijas, valorar el paso a paso firme y no los atajos. Yo siempre digo que el actor pone siempre un poco de lo que es y, seguramente, un poco de lo que tiene Abel Ayala se refleja en César, pero claramente César es de una historia de ficción.


 ¿Cómo te consideras como padre?
 Mi teoría es poder dedicarles el mayor tiempo posible. Educarlas, como me educaron a mí en el hogar y con todo lo que aprendí en la calle. Enseñarles a ser personas íntegras, a que sepan que atrás está papá y está mamá. Aunque estamos separados, que sepan que no están solas en el mundo. Enseñarles que lo importante es ser libres, felices y que cuanto más simple y sensible, mejor. Que siempre estoy yo atrás. Son mi motor, me levanto todos los días pensando en que tengo que trabajar duro por mis hijos, más ahora que estamos en la situación en que estamos y que vivimos en un país que nunca se sabe. El actor nunca sabe lo que le espera y eso genera incertidumbre y te obliga a aprovechar los buenos momentos.
¿Idealizabas a los famosos cuando eras chico?
 Yo no miraba tele, ni pensaba en los famosos, mi vida era la calle, el tren, la venta en el tren, los pibes, pedir moneditas, nada que ver con mirar tele. La verdad que nunca. Me comencé a vincular con el mundo del espectáculo a partir de El Polaquito. La verdad es que nunca se me ocurrió maravillarme con alguien de la tele, ni lo maximicé. Me pasaron otras cosas con el mundo del cine y el mundo del actor. Tuvo que ver más con hacer una adaptación del mundo marginal de donde venía con el nuevo mundo que se me proponía. Ese fue el trabajo que tuve que hacer yo, entre muchas otras cosas. Me encontré con que tenía que modificarme un montón para poder ser “parte de”. En esa transición, fui logrando cierta identidad para poder crecer. Identidad es verme al espejo, capaz, con herramientas para poder hacerme cargo de mi vida en el lugar que me tocaba estar a partir de que empecé a hacer El Polaquito.


Confiar en tu capacidad…
Sí, pero no sólo confiar en mi capacidad.  No es sólo el mundo del actor el que me planteó el desafío de modificarse para salir de la zona de uno y poder empezar a ser parte de otra plataforma, con otras maneras.


¿Qué sentís cuando finalizás un proyecto, quizás cargado de emociones, como es El Marginal? ¿Sentís sensación de desapego o vacío?
No, ya estoy acostumbrado, es un trabajo de muchos años donde ya conozco la dinámica. Con muchos me encariño un montón, pero ya sé cómo es. Ya estoy acostumbrado. Termino de trabajar y sigo mi camino, construyendo lo que quiero. Con los que quedan los vínculos reales, te seguís hablando y escribiendo. No se corta el vínculo por más que dejes de filmar.


¿Qué proyectos te depara lo que resta del año?
Estoy filmando ahora justo una película junto Luisana Lopilato y Joaquín Furriel para Netflix: La corazonada, de Alejandro Montiel. Arrancamos la semana pasada a filmar.


¿También estás con algún proyecto de teatro?
Tengo un proyecto de teatro que es un unipersonal donde voy a hacer catorce personajes. Es un proyecto personal, lo vengo pensando hace mucho. Cuenta la historia del niño que fui cuando me tocó vivir en la calle y todas las transformaciones que un niño atraviesa a lo largo de la vida. Está buenísima, la verdad que estoy muy contento. En breve termino la peli y me pongo a trabajar con eso.
Siempre se te ve seguro en lo que querés, ¿cómo hacés para no perder el eje?
A veces pierdo el eje. No sé si eje. Lo que tengo es que sé a dónde quiero ir y eso hace que uno no se pierda. Perderse implica salirse del camino adonde uno quiere llegar y yo lo sé y apunto a eso. Descubrir qué es lo que uno quiere para su vida es un gran trabajo. Normalmente, doy charlas motivacionales y me encuentro con muchos jóvenes para quienes lo más difícil es saber qué quiere uno para la vida, adónde va, qué te motiva, qué hace que te levantes todos los días, feliz y enérgico. Cuando descubrís hacia dónde querés ir, es un motor que te lleva de las narices y hace que uno no se desvíe de los objetivos.

¿Si no hubieses sido actor, qué te imaginas que podrías haber sido?
No me imagino otra cosa. Soy muy feliz con mi oficio. Más allá del trabajo, es una gran oportunidad de mirarme al espejo y construirme como persona. El laburo de actor es tan personal, te obliga tanto a mirarte que, cuando sos chico, venís de la calle, tus padres no te construyeron la autoestima y un montón de cosas que tienen que hacer los padres, el oficio de actor te da eso: empezar a mirarte y mirar incluso lo que no querés ver, lo más horrible. A mí me ayudó mucho a construirme como persona, para mí es una bendición ser actor.

Qué fundamental eso de “construir la autoestima” en los niños…
Es fundamental, la autoestima te la tienen que construir los padres cuando sos chico. Yo siempre a mis hijas les digo que las amo y que para mí son hermosas. Todo el tiempo construirles una buena autoestima con abrazos y besos. Si vos no lo hacés y los dejás tirados, quizás con frío y hambre o miedo, los arruinás.

PING PONG:
Un personaje inolvidable: el Polaquito.
Una virtud: la paciencia.
Un defecto: la pereza.
Una comida: tarta de verdura.
Una pasión: actuar.
Un lugar donde te sentís cómodo siempre: mi casa

Cuando descubrís hacia dónde querés ir, es un motor que te lleva de las narices y hace que uno no se desvíe de los objetivos

Texto: Alejandra Bertolami Fotos: cortesía prensa


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