Entrevista
Entrevista | Personajes

Connie Isla

Artista, vegana y activista, Connie Isla pone al servicio del mundo su voz, su corazón y su universo de ideas. Mientras presenta su disco, termina de escribir su primer libro y lanza su marca de slow fashion, ayuda a quienes más lo necesitan y muestra con acciones que vivir una vida más amigable con el medio ambiente es posible.

¿Desde cuándo sos una mujer tan consciente?
Siempre supe que quería dedicarme a la música y al arte en general y que quería devolver, ayudar y usar mis herramientas y recursos para eso. A los dieciséis me hice vegetariana por voluntad propia, nadie en mi familia lo era. A los veinte quería empezar a ayudar en serio, pero no tenía recursos ni plata; lo único que tenía eran treinta mil seguidores y música, así que se me ocurrió hacer un proyecto solidario, Músicos del alma, en el que convocaba a mis seguidores e íbamos a cantar a hospitales infantiles. Pero hace dos años, cuando me hice vegana, fue cuando se me despertaron realmente todos los sensores de la empatía.

¿Cómo fue el cambio al veganismo?
Fui vegetariana ocho años antes y, la verdad, el veganismo me generaba sentimientos encontrados. Me parecía que estaba bueno, pero creía que era imposible sostenerlo. Lo veía como algo muy extremo pero, a la vez, admirable y me intrigaba. Hasta que un día me empecé a interiorizar más en el tema y a probar y ahí me di cuenta de que no era imposible como yo creía. Además, empecé a tomar más consciencia de cómo mis hábitos alimenticios estaban impactando en mi cuerpo, en los animales, en el mundo y, por ende, en la sociedad, sobre todo las clases más bajas, que siempre son las primeras azotadas.

Imagino que ahí tu espíritu justiciero terminó de tomar forma…
Sí, es que el veganismo es justicia. Con la industria alimentaria de hoy, el mundo está alimentando a millones de animales. Lo que pasa es que nadie es consciente de que para hacer un kilo de carne se necesitan siete kilos de granos y quince mil litros de agua… con eso podemos alimentar a muchísimas personas. Para mí, el veganismo fue un despertar en mi vida y me hizo conectar con otras causas, no solo con la ética animal y la alimentación consciente, también con la sustentabilidad, el feminismo, el racismo…

¿Qué otras banderas defendés?
Tengo la bandera del feminismo muy cargada, estoy luchando para que el aborto sea legal, estoy con el tema del cupo femenino en los festivales, ayudando a derribar esas convenciones sociales de lo que es ser mujer y los parámetros estéticos que tanto nos pesan, también hablando mucho del amor desde un lado sano y compartiendo mi creencia de que estamos enteras y que no necesitamos a la media naranja.

Y, mientras tanto, presentás tu primer disco…
Sí, me animé por fin. Yo escribo hace un montón, pero lo hacía en inglés o sobre temas que por ahí no me llenaban tanto. Y aunque cantaba y tocaba tres instrumentos, había algo que no me dejaba componer libremente. En el año 2018, un poco frustrada por esto, escribí Luz y fuego, el primer single que lancé en 2019 y que se convirtió en el nombre del álbum que acabo de presentar. Ahí fue como que se abrió una caja de Pandora y de la que salieron un montón de canciones con las que realmente me identifico.

¿Cómo hacés para dedicarle tu tiempo y energía a todos estos proyectos sin volverte loca?
Siempre fui muy activa y me gustó trabajar de esa forma pero, además, he ido aprendiendo a elegir. Cuando elijo algo es porque realmente estoy segura de que me encanta y de que lo voy a poder hacer. No es que siempre me salga todo perfecto, hay riesgo haciendo tantas cosas, pero al final siempre termina saliendo todo bien. Como amo todo lo que hago, no tengo muchos momentos de estrés. Bueno, la verdad, no me estreso nunca (risas).

Encima, sos artista independiente…
Sí, soy de autogestión y no estoy con ninguna discográfica, lo que me obliga a ponerme mis metas y objetivos y organizarme. Obviamente, tengo un equipo por detrás, sola no podría, pero lo bueno es que tengo el control de un montón de cosas. Además de mi música, estoy escribiendo mi primer libro, lancé mi marca de slow fashion, Vrote, y estamos intentando ser sustentables, estoy con varios proyectos solidarios… son muchas cosas a la vez. Pero no lo padezco (risas).

¿De qué se trata el libro que estás escribiendo?
A mí me encanta leer y escribir y siempre quise escribir un libro, pero nunca me imaginé que iba a llegar tan pronto de la mano de Penguin. Lo que más me preocupaba era el tema de la estructura, porque hago muchas cosas y estoy atrás de muchas causas pero, por suerte, le encontré la vuelta rápido y a ellos les encantó. Tiene una parte autobiográfica, otra que habla del veganismo y el activismo, una más inspiracional, donde trato temas que van desde emprender hasta el feminismo y, a lo último, una sección que se llama 10x10, en la que recomiendo desde recetas veganas hasta documentales imperdibles.

De las redes sociales a las páginas sin escalas…
Sí, eso es lo que me parece más loco, aparte de que estén todos tan ansiosos de que salga, me resulta increíble que a gente de mi generación le entusiasme tanto y esté con tantas ganas de tener un libro.

¿Cómo te empezaste a manejar en las redes desde que sos vegana y activista?
Mi trabajo en Instagram decreció muchísimo porque le empecé a decir que no a casi todas las marcas. Hoy trabajo con muy pocas y con una política que obliga a las marcas a generar alguna acción solidaria. Por ejemplo, el año pasado me llamaron para hacer un ukelele diseñado por mí y les propuse hacer una acción 100 % solidaria, a cambio yo solo quería que cada cuatro ukeleles míos vendidos, donaran uno a escuelas de música de bajos recursos. La primera tanda de 200 se agotó en un mes y pudimos donar cincuenta instrumentos.

Y también te vi cocinando viandas veganas para gente en situación de calle…
¡Sí! Estoy colaborando con Health Save Argentina, en el área de salud y vulnerabilidad social. El año pasado se abrió la sede en Argentina y desde el inicio usé mucho mis redes para difundir el proyecto y conseguir voluntarios. Las marcas se re coparon con el proyecto, a todas las que se me acercaban les propuse donar viandas y se generó una movida inmensa. Ya estamos en más de veinte puntos en Argentina y no generamos ningún impacto en el mundo más que la ayuda. Todos los recipientes para viandas que entregamos son reutilizables y nos los devuelven para volver a recibirlos con comida.

 Cuando me hice vegana fue cuando se me despertaron realmente todos los sensores de la empatía

TEXTO: Julieta Otero


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