Entrevista
Entrevista | Nota de tapa

De madre somos

La maternidad y las supuestas exigencias que el rol femenino conlleva nos ubican a todas en la misma vereda: unidas y sororas somos más.

Hace un tiempo, llegó el correo con una correspondencia a mi nombre; esta vez no era una oferta de rebajas en una tienda online, sino una “Guía práctica de sororidad”. La remitente era una amiga que —aun dudando de la efectividad de una carta “simple”— decidió poner en juego el contenido del sobre para que llegara a mis manos. Se trataba de una serie de ilustraciones con frases de mujeres feministas, expresiones de apoyo, como un “te hago el aguante” o “no estás sola”. Frases que también en la maternidad deberían resonar, cuando —entre tanta mirada ajena y tantos insidiosos “Porque yo…” al acecho— la sororidad debería agitar sus banderas
Esta situación es padecida por todas pero, sin embargo, no deja de repetirse. Por eso, la licenciada Belén Guinda aconseja que “si vemos que otra está pasando o sintiendo algo que ya me ha sucedido (el bebé no duerme en su cama, el hermano tiene celos, no come verduras y cuanto problema podamos imaginar) tratemos de consultarle qué le sucede, cómo se siente y, si tenemos la posibilidad, contarle qué es lo que a nosotros nos dio resultado (lo que no significa que a ella le vaya a resultar). Seguramente, podamos ayudarla siendo más sororas, en lugar de darle un millón de consejos que posiblemente se conviertan en sugerencias inútiles, haciendo que se sienta peor o más culpable”. ¿Lo ponemos en práctica?

El tiempo corre
El reloj biológico sube el volumen de su “tictac” cuando se pasan los 30 años y la decisión de “tener o no tener” se convierte en una presión; quienes eligen pararse en la vereda del no se enfrentan al banquillo de los acusados. “Cuando una mujer quiere convertirse en mamá, se pone en juego su deseo de poder acompañar a otro en su vida. Cuando una mujer no quiere convertirse en mamá, es mirada como antinatural o insensible, cuando en realidad debemos pensar que también está haciendo una elección respecto a su propio futuro y su propio linaje y herencia. Diferente es el caso de quienes quieren y no pueden, donde se habrá de convocar a especialistas que propondrán diferentes tratamientos para poder lograr la llegada del bebé y la conformación de nuevos vínculos”, explica la licenciada Guinda. Convertirse en mamá implica una crisis de identidad que conlleva cambios en el cuerpo, cambios en el status social y transformaciones emocionales y psicológicas, entre tantas otras.
Juana Repetto cuenta su experiencia: “La decisión de ser madre creo que es de toda la vida. Como que siempre tuve la convicción, siempre fue mi objetivo principal, mi sueño a cumplir. La manera en la que lo concreté (inseminación artificial) fue la circunstancia en la que me encontraba en el momento en el que creí que estaba todo dado para hacerlo”. Admite que volvería a ser madre, aunque también recuerda que “el día siguiente al que nació (Toribio) me cayó la ficha, lo tenía ahí conmigo y yo no dormía desde hacía más de 72 horas. Ahí sentí que no iba a poder y me invadió un miedo y angustia tremenda de sentir que era responsabilidad 100 % mía, que no había vuelta atrás y que no podía no poder. Pero fue ese momento hormonal y emocional, puerperio en su máxima expresión, después jamás volví a sentir ni un peso de miedo ni nada relacionado con ser la responsable en un 100 %’’.
En una conferencia TEDx, Alexandra Sacks explica este proceso de transición hacia la maternidad, que denomina “matrescencia” y que suena como adolescencia. En ambas etapas, la transformación corporal y el cambio hormonal producen un cataclismo emocional. La oxitocina ayuda al cerebro de la madre a enfocar su atención y de esa manera el bebé pasa a ser el centro de su mundo. Pero, al mismo tiempo, la mente de esa madre se aparta cuando recuerda que otras cosas son parte de su identidad. Otras relaciones, su trabajo, sus pasatiempos, su vida personal e intelectual, además de sus necesidades físicas —dormir, comer, hacer ejercicio, tener relaciones sexuales, ir al baño (sola)—: este es el conflicto interno de la matrescencia.

De madres y padres
Cansadas, a las corridas, con mil cosas bajo nuestra responsabilidad. Mientras tanto, los hombres (no todos y, por suerte, cada vez menos) apoltronados en sus sillones. “En un reciclaje actual de la ‘madre sirvienta’, se han vuelto madres totales y supermadres dispuestas a cargar casa, profesión e hijos sobre los hombros sin chistar”, expresa la autora Lina Meruane, en su libro Contra los hijos. Aunque podamos con todo, también podemos delegar más. Es común escuchar frases como “hacé algo”, “dale”, “también es tu asunto”… pero la lucha por ganar terreno en libertad y delegar las cuestiones que deberían ser siempre compartidas cuesta, muchas veces, más de lo pensado, aunque cada vez se busca más la plena colaboración de la pareja progenitora.
“Históricamente, se ha considerado al rol del padre como una tarea social y económica. Un buen padre era quien sostenía económicamente a la familia. Así como la maternidad ha ido cambiando a lo largo de tiempo, también lo ha hecho el rol del padre. Con la incorporación de la mujer al campo laboral, con la distribución de roles y actividades, el padre ha ido ocupando un nuevo espacio. Comprometiéndose en los cuidados y crianza de sus hijos”, explica la licenciada Guinda. Vicky, del blog Mammaminas cuenta que “en casa tengo ayuda y eso me facilita las cosas. Entre la persona que ayuda en casa y mi marido, manejo todo bastante bien”. Aunque a veces sintamos que estamos pidiendo un “favor”, lo cierto es que es sólo una división de tareas justa: “que los padres realicen actividades en la casa y en la crianza no es reclamar, sino una distribución del trabajo, teniendo en cuenta los horarios y demás tareas que ejercemos en la cotidianidad”, aclara la licenciada Belén Guinda.

“Si el rol del padre se desplaza a un segundo plano, si pensamos en su presencia meramente como un colaborador, es una representación de nuestros pensamientos machistas”, Lic. Belén Guinda

Madre no hay una sola
Madres solteras, jóvenes, madres que pasaron los 40 y aún así lograron quedar embarazadas, madres que alquilaron el vientre, madres que recurren a tratamientos de fertilidad, madres hay muchas… “Existen diversas maneras de ser madre: están quienes dedican el 100 % de su tiempo, están quienes suspenden sus actividades para dedicarse al bebé, están quienes deben continuar trabajando, están quienes deciden que lo cuiden sus abuelos y quienes prefieren una guardería maternal. Todas las decisiones y maneras son bienvenidas, mientras seamos conscientes de la elección que estamos haciendo”, explica la licenciada Guinda. Y, si mantenemos la sororidad como premisa, es importante no juzgar. Cada realidad está formada por una conjunción de factores en donde lo ideal y lo realmente posible entran en disputa. La experiencia de Vicky, del blog Mammaminas, fue encontrar un balance entre la maternidad y su desempeño laboral: “Después de tener a Ramón, tuve la posibilidad de elegir quedarme en casa. Realmente no sé si estaba dispuesta a trabajar ocho horas diarias. Así fue como apareció Mammaminas (junto a Juana Repetto). Crecimos de a poco y hoy ya es un trabajo para las dos. Manejo mis horarios como quiero y trabajo mucho desde casa, compartiendo mis ratos entre la computadora y Ramón”.


Dar o no dar…
La teta es la cuestión. No basta con superar la pregunta “¿parto natural o cesárea?”, como si una forma fuese más maternal que otra. Luego, nos tocará enfrentarnos al tiempo de lactancia, como si se tratara de un trofeo que debamos conseguir a ultranza. “No existe una única manera de ser mamá, ni un “mamímetro” que defina a la mejor mamá. Finalmente, serán nuestros hijos quienes nos amen y odien, nos califiquen y terminemos siendo la mejor mamá del mundo (¿o no?)”, advierte la especialista.

Maternidad, ¿instinto o supervivencia?
Las mujeres sentimos presión por todos lados: querer ser buenas profesionales, independientes, tener nuestro cuerpo lo más cerca posible de nuestro deseo y una lista más de expectativas interminables. Ni hablar de cuando somos madres recientes y abrimos el Instagram, que nos llena de imágenes de cuerpos de diez, en sólo diez días de posparto. “Debemos detenernos a pensar que la maternidad no es simplemente una cuestión biológica, sino que implica cambios veloces y vertiginosos, que ser mamá no es una tarea fácil ni predecible y que, ante esas sensaciones y presiones, podemos consultar a especialistas, para que nuestro plan de vida no quede subsumido a una incompletud”, explica la Lic. Guinda y amplía: “El instinto materno en sí mismo no existe, es una construcción cultural convertirse en mamá. Por supuesto que implica aprendizajes, diferentes recorridos y la presencia de profesionales (médicos, obstetras, psicólogos perinatales) y no profesionales (pareja, hijos, familia) durante todo el proceso que abarca la fecundación, el embarazo, el parto y el postparto”.

Lina Meruane, en su libro Contra los hijos, asevera: “En el tener hijos no solo persiste el llamado biológico (el proverbial reloj haciendo saltar su insoportable “tictac”) sino que a este se añade la insistente alarma del dictado social: se suman las hormonas y los discursos de la reproducción haciendo que el mandato materno se vuelva difícil de esquivar”. La maternidad no es tarea fácil y muchas mujeres eligen postergarla el mayor tiempo posible, mientras que otras tantas ni la ven como una posibilidad en su vida y se las arreglan para salir airosas frente a frases como “qué bien te queda” cuando levantan un niño ajeno. Es hora de mirarnos entre las mujeres con más empatía y dejar caducar las típicas preguntas como “¿cuándo vas a ser madre?” o “¿para cuándo el segundo?”. Al fin y al cabo, Coco Chanel, Virginia Woolf y Frida Kahlo no tuvieron hijos pero han tenido trascendencia y se convirtieron en madres de grandes ideas que revolucionaron el mundo. Porque, al final, tener o no tener hijos no nos define como mujeres y, a pesar de cualquier elección, cada una de nosotras seguirá siendo “mucha mujer”.

“Los hijos no son el juguete de los padres, ni la realización de su necesidad de vivir, ni sucedáneos de sus necesidades insatisfechas. Los hijos son la obligación de formar seres dichosos”. Simone de Beauvoir, El segundo sexo

Alerta spoiler
Cuatro sugerencias del libro Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo, una reliquia de Chimamanda Ngozi Adichi, para nutrirte de él sin quitarte la posibilidad de sorpresa:
- Sé una persona plena. La maternidad es un don maravilloso, pero no te definas únicamente por ella.
- No le digas nunca que debe hacer algo o dejar de hacerlo “porque es una niña”.
- Enséñale a cuestionar el lenguaje. Es el depositario de nuestros prejuicios, creencias y presunciones.
- Háblale del sexo y empieza pronto.


A quién seguir
- Mammaminas: el objetivo del blog es acompañar a las mujeres en la crianza acercándoles información valiosa. Juana y Vicky, las autoras, se conocieron y afianzaron su relación compartiendo data, informándose e investigando sobre diferentes formas de criar y alimentar a sus hijos.
Qué leer
- Si crees que ser mamá es fácil, eres el papá, de Ana María Medina: una instagramer que revela sin filtros las verdades de su vida como mamá primeriza.
Qué ver
- The letdown: muestra las transformaciones de tu vida al inicio de la maternidad: cambiar las discotecas por mamaderas, noches de insomnio y tiempo para amamantar, y a tus amigos de siempre por un nuevo grupo de madres.

 

Texto: Alejandra Bertolami

ESPECIALISTA CONSULTADA
Lic. María Belén Guinda (MP 17718)
Psicóloga con formación perinatal
(0223) 155896779
FB: Lic. María Belén Guinda

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