Entrevista
Entrevista | Nota de tapa

Mirá cómo nos tenemos

Con palabras precisas y acciones concretas, las mujeres toman el rol protagónico en una sociedad que ya no admite más abusos.

Cuando me enteré de que iba a ser madre de una niña, mi cara se transformó. Esa falsa desilusión de que no fuese niño sólo escondía un gran miedo: el mismo con el que toda mujer aprendió a convivir. Un varón parecería ser la salida más fácil de la maternidad —aunque, ¡qué misión tienen las madres de niños!—, ellos la tienen más fácil en la calle. Criar a una mujer, con los cuidados que conlleva en este mundo a veces tan tóxico, donde a medida que el sol se aleja, los peligros se avecinan, suena más difícil. Pero estamos unidas para revertirlo. El futuro feminista llegó, hace rato…

Divas nos queremos
Libres de quejas, de miedos, de prejuicios… Unidas en las buenas y en las malas, las mujeres tomamos el rol protagónico en una sociedad que dice que NO es NO. No se necesita sacar polvo del cajón de los recuerdos, porque con la voz de muchas mujeres y con escuchar, aunque sea de pasada, uno se da cuenta de que algo que antes estaba naturalizado, hoy en día considera de manera consciente como abuso. Sobre este aspecto, la decodificadora Leonor Inés Pissanchi explica: “a lo largo de la historia, hemos naturalizado o normalizado situaciones que, más tarde, cuando un grupo las pone en evidencia, mi cerebro realiza una "asociación" lógica en la que me veo reflejada-reflejado y comprendo que viví situaciones de malos tratos de manera natural, pues es lo que en mi grupo familiar se hacía”. Cuando estallaron las redes sociales bajo el hashtag #Mirácomonosponemos, Tefi Russo (@inutilisimas) posteó la frase con un pie de foto que motivaba a las mujeres a poner “yo” si habían vivido una situación de abuso: el resultado fueron casi 64.000 likes y más de 34.000 mensajes. ¿Se entiende la magnitud?

Es un monstruo grande…
Dos años atrás, la autora Cecilia Solá escribió un texto titulado Pero no me pega, que hablaba de una mujer que sufría distintas formas de violencia, todas menos la física. El texto, arrancaba así:
“- ¿Pero te pega? —me pregunta la policía, una chica jovencita, con el pelo recogido que me hace acordar un poco a mi hija— ¿Te pega o no te pega, mamita? Decidite, porque no podemos andar tomando denuncias por boludeces.
- No sé qué decirle. Mi amiga me dijo que diga que sí, porque si no, no me van a dar pelota, pero no sé qué decir. Porque Dardo nunca me dio un puñetazo. Ni una cachetada, ni una patada, ni siquiera me empujó. Pero le tengo miedo, igual le tengo mucho miedo cuando hago algo que no le gusta y él me mira y hace ese gesto con las manos, como que aprieta algo, y después descarga un puñetazo contra la pared, cerquita, cerquita de donde está mi cabeza, pero no me pega.”
El texto trata una realidad más frecuente de lo que queremos ver, pero que se ve a diario en todos lados, menos en los diarios: un marido que degrada a su mujer y le genera una enorme violencia emocional. La base de toda relación, además del amor, es el respeto. La admiración también se lleva otra gran cuota de porcentaje, pero el respeto… ¿tanto cuesta ganarlo? Rajá de ahí, si eso cuesta. El grito no puede y no debe ser cotidiano y el miedo no debe ganar la jugada. Ahora, nos tenemos.

Somos manada
A las palabras no se las lleva el viento, tienen peso y, por suerte, el texto de Cecilia cosechó el mejor resultado. Miles y miles de personas le dieron clic al botón de compartir y la viralización fue tal que la escritora vio pasar un desfile de letras entre sus mensajes privados. Esas letras formaban la palabra AYUDA de diferentes maneras y fue ese el rompecabezas que armó Cecilia para transformar esa ayuda que le ofrecían en una cadena de favores de una manada de mujeres hambrientas de paz y justicia.
Cecilia lo recuerda patente: “recibí muchísimos mensajes de personas que no conocía y me ofrecían dinero para pasajes, me ofrecían asesoramiento legal, me ofrecían casas o habitaciones en sus casas. Asumieron que yo era el personaje del texto, la que estaba atravesando esa situación. Fue una ola de amor tan enorme, de cuidado y de protección tan enorme, que sinceramente me tiró”.
Fue entonces que respondió cada uno de los mensajes, entre los privados y el muro, explicando que no era ella la persona que estaba atravesando esa situación, pero que seguramente en algún rincón, en algún lugar, había una mujer atravesando por esa y por otras violencias. Les propuso a todos que ese amor enorme que le mandaban lo hicieran extensivo a todas las hermanas que atravesaban una situación de violencia. Fue pidiendo el número de teléfono, nombre y un lugar desde donde pudieran dar su ayuda y se armó “La Manada”: “saber que en cualquier rincón donde estemos, podemos pegar el grito y saber que hay una oreja de una hermana escuchando”, explica Cecilia. Que alguien, desde su lugar, puede responder. Ya no estamos solas, el código de ayuda es “Hey manada” y para la tranquilidad de todas, Cecilia no da nombres en público, para preservar la identidad y seguridad de la hermana vulnerada.

 “La Manada” es saber que en cualquier rincón donde estemos, podemos pegar el grito y saber que hay una oreja de una hermana escuchando”, Cecilia Solá

La razón que te demora
Hace poco, una joven actriz denunció haber sido violada nueve años atrás. La gente se pregunta: ¿por qué lo hace recién ahora? “Denunciar una violación genera mucho miedo, porque nos han inculcado desde chicas que la culpa es nuestra y la vergüenza es nuestra. Es el único delito en que la culpable es la víctima, porque cuando te asaltan, te roban la cartera, te chocan, no te dicen: ‘¿y vos que estabas haciendo?’, al contrario, se indignan”, expresa Solá. Lo cierto es que Thelma no se levantó una mañana y dijo: “voy a hacer la denuncia”, sino que tuvo un acompañamiento y sostén de su manada, el colectivo de Actrices Argentinas. Ese sostén es importante previa y posteriormente al hecho, porque “cuando hacés una denuncia de semejante golpe mediático, semejante devolución, lo fundamental es que la superviviente esté preparada para el boomerang que se viene. Los comentarios en las redes y las barbaridades que tienen como devolución”, reflexiona nuevamente Cecilia. Todo tiene una respuesta y la visión de Leonor Pissanchi puede ser una de ellas: “cuando el inconsciente, alma o ser cree que la persona o individuo están seguras, puede liberar la memoria traumática, pues ahora puede hacerlo y esto se da porque hay una red de contención, una masa crítica de humanos que aportan las garantías para que esto suceda”. Son ahora las sobrevivientes las que gritan basta. Somos nosotras sostenidas en la otra, en nuestra manada.

Educación, ante todo
El cambio comenzó desde adentro y se esparce por la sociedad día a día. Una pata fuerte para bancar la transformación es la educación y de allí la importancia de la implementación efectiva de la Educación Sexual Integral (ESI), que ya no tendría que estar en debate. La ESI “no se trata solamente de la cuestión biológica, si bien es fundamental que conozcamos nuestro cuerpo y que sepamos cómo se llaman las partes. Aunque suena muy ABC, la realidad es que muchos niños crecen diciéndole la “pochola” a la vagina y el “pitulín” al pene. La ESI tiene que ver con relaciones interpersonales, tiene que ver con el respeto al uno y al otro”, explica Cecilia Solá, compartiendo su visión como docente. En Argentina, los suicidios entre jóvenes se han triplicado y las razones fundamentales son el abuso intrafamiliar y el bullying escolar, donde “el/la joven no tiene dónde hablar. Hablar de una ESI desde la primera infancia significa proveer de herramientas y estrategias para que diferencien lo que es una caricia afectuosa de un tratamiento inapropiado”, añade Solá. Que reconozcan las situaciones que los pueden poner en riesgo. Hay que escuchar a los niños cuando dicen que no. Por su parte, Luciana Peker, en su libro Putita Golosa argumenta: “una de las formas más efectivas para prevenir abusos, de construir estereotipos de género, minimizar la discriminación, detectar noviazgos violentos, estimular relaciones sexuales placenteras y no violentas es la implementación de la Ley de Educación sexual integral: la madre de todas las batallas”. Entonces, ¡sigamos luchando!


RECOMENDADOS
Qué leer:
Cómo criar hijxs no machistas, de Gomel Liora: deja de lado la cultura que dice que las nenas van de rosa y los nenes de celeste. Inserta el modelo de igualdad donde los dos lavamos los platos y cocinamos y ninguno de los dos plancha. Estas páginas contienen distintas reflexiones, ideas y estrategias para avanzar en un proyecto de crianza inclusivo e igualitario.
Putita golosa, de Luciana Peker: son 370 páginas que te podrás devorar antes de que cante el gallo. A Luciana, su autora, la mueve el deseo y eso mismo es el eje de este libro. Un texto que, como explica su sinopsis, es descarnado y sensible, en el borde del periodismo, de la crónica, la poesía, el ensayo, el porno naif y el texto de género.


Peques en apuros
Dependiendo del tipo de maltrato sufrido, se podrán manifestar diversos síntomas. Pueden presentarse sentimientos de culpa, vergüenza o confusión. Es importante poder detectar señales de alarma: cambios en su comportamiento (agresividad, enojo), alejamiento de sus amistades, ansiedad o miedo inapropiados por la edad de desarrollo. ¿Qué síntomas deben alertarnos si un menor está sufriendo violencia? La psicóloga Belén Guinda responde:
- A nivel físico: El maltrato físico se produce cuando alguna persona daña o pone en riesgo deliberadamente la integridad física de un niño.
- A nivel emocional: El maltrato emocional supone atacar la autoestima o el bienestar emocional del niño. Comprende los ataques verbales y emocionales, como desvalorizar y reprender continuamente al niño, al igual que aislarlo, ignorarlo o rechazarlo.
- A nivel social: El abandono infantil es no proporcionar alimentos, refugio, afecto, supervisión, educación o atención médica adecuados.


Mamita, ¿querida?
La violencia obstétrica es aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres. La licenciada Belén Guinda lo explica: “este tipo de violencia se manifiesta en prácticas, conductas, acciones u omisiones, sobre la mujer y el recién nacido”. Podemos indicar tres formas principales de violencia obstétrica: el trato humillante y denigrante, el abuso de la medicalización y la patologización innecesaria. Para asesoramiento, está disponible el 0800 - 122 - 5878

ESPECIALISTASCONSULTADAS
Lic. María Belén Guinda (MP 47118)
Psicóloga con Formación en Salud Mental Perinatal
Redes sociales: @mariabelenguinda
(0223) 155896779
Leonor Inés Pissanchi
Terapeuta transpersonal (Mat. 0110194)
Redes sociales: @leonorinespissanchi
Cecilia Solá
Docente, escritora, activista
Redes sociales: @cecilia.sola.37

Comentarios
  • 14-02-2019 | Patricia Viviana de

    Qué bueno saber qué hay una manada que se auna para sostenerse. Me encantaría participar

  • 14-02-2019 | Ana Roman

    Excelente reflexión. Es verdad la ESI podría ayudar y mucho en el respeto y la empatía entre cada uno de los niños adolescentes. Y es una lucha !!!!

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