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Cepas blancas para el invierno

Dueña de una gran versatilidad y elegancia, por qué amar a la Chardonnay…

Imagino que si la Chardonnay fuese una persona, sería una “todo terreno”. Esas que combinan de manera única inteligencia, sentido del humor y un enorme talento para pasarla bien. Aquellas que disfrutan de comer en una parrillita al paso, donde no hay servilletas y se toma vino en vasito, pero a quien también se puede llevar a una cena de gala con la tranquilidad de que no solo cumplirá con las reglas de etiqueta, sino que muy probablemente conquistará la atención de todos con sus anécdotas y encanto. Es que el éxito y fama de la Chardonnay reside justamente en su característica número uno: la adaptabilidad.

De su tierra al mundo
Esta variedad blanca, oriunda de Francia y conocida por sus ejemplares de Chablis y por conformar el trío fantástico de la Champagne (junto a las tintas Pinot Noir y Pinot Meunier), logra en estas regiones expresiones filosas y frescas, con aromas de peras, manzanas verdes, piel de lima, aire de mar y toques florales. Pero su falta de “peros” a la hora de cambiar de geografía y su carácter frutal la convierten en un ejemplar maravilloso para producir alrededor del mundo vinos de calidad. Sus virtudes naturales son muy amplias y tiene una extraordinaria versatilidad para crecer en los más diversos tipos de climas y suelos.
Todos los países productores de vinos tanto del Viejo como del Nuevo Mundo tienen en su haber etiquetas producidas a partir de la Chardonnay. En cada terruño del planeta en donde se produce vino, uno encuentra ejemplares de esta uva que expresan desde la simpleza de la fruta blanca fresca y frutos tropicales en sus versiones más jóvenes y amigables, hasta ejemplares con aromas de fruta de carozo, mantequilla y miel en sus versiones complejas. Amiga del roble, muchas bodegas deciden fermentarla y criarla en barricas para obtener aromas de vainilla, notas tostadas y una textura más cremosa. Esto nos da como resultado un vino amplio y sabroso pero, sobre todas las cosas, un blanco con elegancia y volumen para acompañar las comidas calóricas que nos propone el invierno.

Dejate seducir
En todos sus estilos y niveles de precio esta variedad entrega lo mejor de sí, seduciendo nuevos paladares y logrando que quienes ya la conocemos renovemos votos. Plantada a lo largo del suelo argentino, aquí algunos recomendados para probar diferentes versiones (y sobrevivir a las bajas temperatura):

-Costa&Pampa Chardonnay 2017: con la brisa del mar como protagonista, este blanco cautiva con aromas de piel de limón y durazno blanco. Fresco y delicado, de gran valor aperitivo y perfecto para frituras suaves y comida thai.
-Séptima Obra Chardonnay 2016: de buen volumen y aromas tostados, este “Chardo” amplio nos lleva de paseo por la fruta madura con notas de vainilla y avellanas. Gran encanto y tipicidad varietal, un aliado contra el frío.
- María Carmen Chardonnay 2015: Un gran blanco con crianza en barricas. Untuoso, expresivo, salino y equilibrado. Excelente expresión del terruño sanrafaelino. Una de las interpretaciones más intelectuales de esta variedad en Argentina.
Zuccardi Fósil Chardonnay 2016: de la mano de Sebastián Zuccardi, llegamos a una expresión delicada y elegante de San Pablo, Valle de Uco. Sorprendente balance entre su acidez cítrica, su leve toque graso, su textura y sus infinitas capas de aromas de sello montañés. Un vino distinto.

POR: Victoria Ortemberg
Sommelier
Instagram: @victoriaortemberg

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