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¿Mamá perfecta?

Intentando ser las mejores mamás del mundo, nos debatimos entre lo ideal y lo real. Nuestro especialista analiza el rol maternal y cuestiona el mandato de ser “perfectas”.

Podríamos decir que existe la mamá PNL (programada neurolingüísticamente): sería una madre que pudiera modificar sus estados internos con un poquito de voluntad, para regalarle sonrisas a sus hijos. Cuando existieran conflictos, adoptaría una segunda perspectiva, poniéndose en los zapatos de ellos, viendo, escuchando y, por sobre todo, sintiendo tal cual lo hacen ellos. Para poder tomar decisiones, tendría la habilidad de observar el problema desde afuera, disociar sus propios sentimientos y, desde el punto de vista de un observador, resolver según fuese lo mejor para todos. ¿Existe realmente este tipo de madre? Sigamos con el análisis.

Superempática
Se llevaría muy bien con su nuera o yerno, dado que podría encontrar la ganancia secundaria cuando su nuera le pusiera caras raras o no la llamara por teléfono. Diría: “¿qué es lo que quiere obtener mi nuera cuando hace este tipo de cosas?”. Entendería que sus hijos tienen una forma de ver el mundo, un mapa diferente al de ella. Que sus consuegros, nueras y yernos también. Y que eso tiene que ver con la historia personal de cada uno.
Podría ser una mamá sistémica: comprendería que la familia es el sistema principal y que si alguien está mal, eso afectará a todos los miembros del grupo familiar. Entendería también que sus hijos son parte de otros sistemas, como el colegio, la escuela o el trabajo. Y que, si hay un problema en casa, eso también podría repercutir en los otros sistemas en los que participan sus hijos y viceversa. Que si a sus hijos les va mal en el colegio, la escuela o el trabajo, es posible que les afecte en su vida familiar.
Sería una mamá rapportera y, a través del rapport, podría generar empatía con sus hijos y lograr que sus hijos le cuenten sus problemas más ocultos, que se identifiquen, se abran y compartan emociones. Conociendo a sus hijos y sus metaprogramas neurológicos, sabría cómo motivarlos. No es lo mismo un chico que actúa para alejarse de un problema que un chico que actúa para acercarse a una meta. De hecho, participaría activamente para provocar motivación en ellos, les hablaría de lo importante que es tener objetivos y de lo lindo que es alcanzarlos y disfrutarlos, fomentándoles así la autoconfianza y la autoestima.

 Una mamá PNL entendería que sus hijos tienen una forma de ver el mundo, un mapa diferente al de ella

Gran emisora
Asumiría la responsabilidad de sus mensajes. Se aseguraría de que, si sus hijos no la entienden, es posible que ella no se haya hecho entender bien. Comprendería que las palabras son tan importantes como la forma en que las decimos, tomaría consciencia de eso y buscaría ser congruente, enviando el mismo mensaje en forma verbal como a través de su lenguaje corporal. También, si tuviera esta habilidad, podría descubrir los mensajes ocultos que envían los chicos cuando dicen “estoy bien” con una cara larga. Claro que, para eso, necesitaría practicar la calibración, es decir, estar atenta con nuestros sentidos a lo que percibimos desde el exterior.
Sería una meta-mamá, porque utilizaría metalenguaje, una forma de usar el lenguaje más precisa. Sus preguntas serían más puntuales y específicas. En vez de preguntar “por qué”, preguntaría “qué” o “cómo”, ya que cuando se pregunta “por qué” se obtienen justificaciones, pero cuando se pregunta de la otra forma, se obtienen respuestas más precisas.Trabajaría para modificar sus creencias limitantes, desafiándolas y diciéndose que más vale intentar que quedarse en el intento. Y eso lo haría gracias a su flexibilidad de comportamientos. “Si siempre hago lo mismo, siempre voy a obtener los mismos resultados”, se repetiría y, entonces, se sorprendería intentando las cosas por otro camino.
Descubría sus conflictos internos. Dejaría de presionarse para ir al gimnasio cuando tiene que cuidar de dos hijos, el perro y estar con su marido. Entendería que querer ir al gimnasio es para estar en forma, pero querer ir a la cama es porque el cuerpo te lo pide. Y de esa manera, viviría sin el conflicto, dejándose fluir, yendo al gimnasio cuando tuviera ganas y yendo a la cama cuando sintiera la ausencia de las ganas.

Mamá utópica
Por suerte, la mamá PNL no existe, porque si fuera tan perfecta no sería como nuestra mamá, cuyos defectos la hacen única y diferente. No tendríamos que perdonarlas y entonces nos faltaría esa emoción liberada, esas lágrimas en un abrazo, o esa flor que dice “te quiero” en su interior. Nos faltarían temas de conversación con los amigos cuando nos quejamos de nuestra “vieja” y escuchamos las quejas de ellos. Y nunca se la vería llorar, porque sería demasiado exitosa, no necesitaría de nuestra contención y nos sentiríamos inútiles ante semejante perfección.
Ahora, podés mirar a tu vieja y, con un gesto, una sonrisa, unas palabras, un beso o un abrazo, decirle que ella es tu propia mamá PNL. ¡Feliz día, mamás!

Por suerte, la mamá PNL no existe, porque si fuera tan perfecta no sería como nuestra mamá, cuyos defectos la hacen única y diferente

POR: Axel Persello
Director de IAFI www.pnliafi.com.ar

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