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Abrazando el deseo de su hija

Autor: Julieta Otero

A los cuatro años de edad, su hijo le preguntó cómo volver a nacer para ser una nena.Rompiendo sus propios prejuicios y abriéndose a un terreno desconocido, hoy Sofía Medina, junto a su hija de ocho años, promueve activamente los derechos de igualdad e inclusión de la comunidad trans e inculca a las madres y padres que nunca dejen de escuchar a sus hijas e hijos.

Cuando a los dos años su hijo jugaba a que tenía puesto un vestido con una remera de ella, Sofía Medina nunca imaginó que, a tan temprana edad, su pequeño ser de luz estaba manifestando el deseo más profundo sobre su identidad: ser una nena. Al principio, su resistencia y sus prejuicios no la dejaban acercarse al anhelo de su hija. Luego de escucharla, abrazarla y acompañarla, hoy su hija (Flor) le dice que quiere ser la primera presidenta trans para ayudar a toda la comunidad. Abrazando la causa con un amor infinito, Sofi participa activamente en pos de que más familias puedan escuchar los deseos de sus hijas e hijos; lucha por derribar prejuicios sociales y colabora con la comunidad trans que, aún en tiempos modernos, sigue sufriendo discriminación, violencia y falta de oportunidades. En esta charla a corazón abierto, Sofi nos cuenta cómo fue su historia y cómo transita este camino de acompañar lo que su hija desea con amor, aceptación y mucha consciencia.

 

¿Cómo fue que se dieron cuenta de cuál era el deseo de su hija?

Empezó desde muy chica. Mi hija tiene ocho años hoy, pero lo manifestó siempre. Nosotros, como padres, no estábamos preparados para poder escuchar lo que nos estaba diciendo y mostrando. Con dos años ya, jugando con una remera mía como vestido, me dijo: “mamá, soy una nena y decime Moni”. Yo la miré y le dije: “no, no… vos sos un nene y te llamás así”. Estos juegos se fueron acrecentando y acentuando: empezaron los vestidos de princesas, las vinchas, las colitas, todo era un pelo largo para ella… Como que nos iba dando señales, hasta que un día pudo expresar y me dijo: “mamá, yo quiero ser una nena”, tenía cuatro años. Yo trataba de dejarlo ahí el tema, ella me lo repetía, hasta que un día me dijo: “mamá, ¿cómo hago para nacer de vuelta?”. Entonces, yo le pregunté para qué quería nacer de vuelta y me respondió: “para nacer nena, mamá”. Y ahí, bueno, me explotó la cabeza, porque si una criaturita de cuatro años me estaba haciendo un planteo existencial, ¿qué me quedaba para cuando fuese una adolescente?

 

¿Y cómo fue ese paso a la aceptación por parte de ustedes?

Nos pusimos a leer, a investigar, nos contactamos con Gabriela Mansilla, promotora de infancias libres, que es un amor y muy generosa. Leí sus libros y eso fue una apertura, porque nosotros no teníamos nada de conocimiento sobre este tema. Y esto del prejuicio, de pensar que una criaturita de cuatro años no puede decidir, es un gran aprendizaje que tuvimos que hacer como padres. 

 

Claro, no nos enseñaron a escuchar el deseo de nuestros hijos e hijas…

No, totalmente no, esto de las infancias libres, que sean libres de expresarse y decirnos todo, es genial. Este fue el comienzo, eligió llamarse Flor, empezó con la ropa, tuvimos que hablar con la escuela. Fuimos abriendo con la familia, los amigos, hasta que en un cumpleaños (cuando tenía cuatro años) ella quiso ir como quería vestirse y dije “bueno, ya está…”, y así fue la apertura social. 

 

¿Cómo recibió el colegio la noticia? ¿Se sintieron acompañados?

La escuela muy bien, es una escuela pública de gestión privada. Cuando Flor tomó su decisión y empezamos a ampliar el círculo, tuvimos una serie de reuniones y trajeron a Viedma[lugar de residencia de esta familia] al profesional Adrián Helien, del Hospital Durand, el director del área de género. Él capacitó a todo el jardín, a la seños y luego a toda la escuela. La escuela, muy empática; las seños del jardín, increíbles; la abrazaron enseguida, la acompañaron en todo momento.  

 

¿Y con su círculo de familia y amistades, cómo se sintieron?

Como que todo el mundo lo veía, hubo que explicar para que entendieran y nos acompañaron, pero como siempre fue contado desde el amor, del amor que tenemos por nuestra hija, que lo más importante es que sea feliz, que se pueda realizar… todo el mundo nos acompañó y nos abrazó en esa decisión. Digamos que la situación ideal es la nuestra. 

 

Flor eligió desde muy chiquita su identidad, entonces no hay manera de no ser empáticos con una criaturita de cuatro años”, Sofía Medina

 

¿Qué ideas o preconceptos tuviste que soltar para poder acompañar a tu hija?

La mirada del otro, sobre todo, el prejuicio. El prejuicio con las personas trans, los travestis… En todo este tiempo de estar en contacto y ayudando a chicas trans, puedo asegurar que las amo. El prejuicio personal y de la sociedad es de lo que me tuve que desprender. Y me culpo por haber pensado así, pero bueno, nadie te lo enseña…

 

Ahora estás militando y superactiva con la causa…

Sí, me enriquezco todo el tiempo, me genera empatía con mis compañeras. Nosotras trabajamos en una asociación civil en Viedma, que se llama Comarca Diversa, que desde que empezó la pandemia les llevamos cajas con comida a las chicas, porque no tienen acceso a un trabajo formal. Pasan hambre. Toda esa militancia me enriquece Le enseño a Flor, que está acompañando a las chicas, que es tan importante entender que somos todos iguales, con nuestras diferencias.

 

Y viviendo desde adentro las realidades de las chicas trans, ¿cómo la preparás a Flor para cuando ella se convierta en una mujer?

Le voy explicando, un poco a medida que va creciendo, le inculco que ella que tiene la posibilidad, que estudie, que se forme… ella me dice que quiere ser la primera presidenta trans, así ayuda a todas las chicas. Entiende muy bien todo. 

 

¿Cómo fue el tema de la reasignación de género con el documento?

Lo tramitamos en febrero, a los siete años de Flor. Esperamos tanto porque yo aún tenía resistencia, no puedo explicar bien por qué… Justo nos estábamos mudando de casa y teníamos que hacer el cambio de dirección, así que le preguntamos si quería hacerse el nuevo DNI y nos dijo que sí. Hicimos el cambio registral y la felicidad que irradiaba esa criatura no te la puedo explicar. No sé por qué no lo hicimos antes.

 

¿Qué herramientas le das para autoaceptarse y prepararse para esta mirada social tan cruel?

Le inculcamos con su papá la importancia de querer su cuerpo, que lo tiene que cuidar, porque ella es así, porque si no, no sería Flor, la autoestima la tiene altísima (risas). Le enseñamos que su cuerpo es hermoso, que se tiene que querer así, que no hay nada que cambiar y, por ahora, viene con mucha aceptación de su cuerpo. También está esto de tener que encajar en una sociedad binaria, que si sos mujer tenés que tener mamas y vulva y que, si sos varón, tenés que tener pene… hay tantas identidades en el medio que también hay que correrse de ahí. Ella es Flor, con ese cuerpo, con su cabeza, con su personalidad… no tiene por qué encajar en ese binarismo. Es un trabajo de hormiga, pero que da sus frutos.

 

“Le enseñamos que se etiquete con su ser, no con lo que la sociedad dice que tiene que ser ella. Flor es una nena porque se siente así, más allá del cuerpo que tenga”, Sofía Medina

 

Leía que hay un porcentaje muy alto de padres varones que abandonan a sus hijas o hijos por no aceptar su deseo. ¿Cómo fue en tu caso con tu compañero y papá de Flor?

No tengo más que agradecimiento y palabras de amor para con mi compañero y el papá de mis hijas, no dudó nunca en acompañar a nuestra hija. Es más, soy yo la que me angustio más, la que me hago planteos, siento más miedo, pero Gastón siempre está al pie del cañón acompañando a su hija en sus decisiones, en sus elecciones. Es un padre que se deconstruye todo el tiempo a medida que mis hijas van creciendo y que yo también voy creciendo, porque estoy en un mundo nuevo, de militancia y apertura de mi cabeza que antes no tenía. No puedo tener mejor padre para mis hijas y, especialmente, para Flor. Es importantísimo, porque crecer con la mirada amorosa de su papá les cambia la vida realmente.

 

¿Qué consejo le darías a una madre que está empezando a escuchar el deseo de su hija o hijo?

Escucharlas, escucharlos, escucharles… la tienen muy clara, tienen la palabra justa, corrernos del adultocentrismo, de que nosotros somos los adultos y tenemos la razón, y escuchar a ellos, ellas, elles… nos van a saber decir cómo se sienten. Son más sabios de lo que creemos, si tenemos la capacidad de corrernos de nuestro ombligo de adulto, vamos a salvarlos de un montón de cosas.

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