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¿Fracaso o éxito? Cuando esta dicotomía se diluye y nos quita presión

Autor: Julieta Otero

Con su libro “Teoría Optimista del Fracaso: un relato sobre el arte de saber tropezar”, su autor español, Ignasi Giró, nos ayuda a cambiar nuestra mirada sobre lo que es un fracaso y, así, vivamos de una forma más justa y benevolente con nuestro propio ser.

La vida lo llevó por varios fracasos que, a fin de cuentas, hoy no logra catalogarlos como tal. Lo que aquello parecía un gran fracaso en su vida, terminó abriéndoles puertas inesperadas y llegando a sitios jamás imaginados. Sus propias experiencias, lo llevaron a replantearse el verdadero significado de lo que es el éxito y lo que es el fracaso. Hoy, no puede catalogar sus experiencias de un lado ni del otro y nos anima a romper con esa dicotomía en un libro editado por Kōan Libros que se autoescribió a sí mismo y para ayudar a las demás personas a cambiar la mirada. 

  

¿Cómo es esto de ver de forma optimista el fracaso y por qué planteás que el triunfo y el fracaso, en realidad, no existen? 

Bueno, yo creo que esto lo denuncio, es decir, manejamos una definición del éxito que es completamente tramposa, que deja en el cajón a los fracasados, a la inmensa mayoría de los seres humanos y que crea muchísimas frustraciones, entonces mi prioridad es denunciar. 

 

Entonces, es mentira la idea del éxito que solemos asociar al poder, el dinero, al gran reconocimiento público… 

Bueno, pues yo me rebelo contra eso, creo que tenemos que medir nuestros éxitos, he aquí nuestros fracasos, en base a termómetros, digamos, que dependan de nosotros y no de si diez mil personas me dicen que soy muy guapo. Y, por ahí, yo sí creo que se acerca a una visión del mundo y de nosotros mismos mucho más cariñosa, mucho más cálida con lo que somos y que genere muchas menos frustraciones, por eso, empiezo el libro con el postulado que dice que los triunfos y los éxitos son mentira y que hay que romper con esa dicotomía, porque genera mucha frustración

 

Entonces, ¿cómo podemos salir de esa dicotomía con la que vivimos desde que vinimos al mundo?

Mira, hay una historia muy divertida. Tú me preguntabas por el cortometraje de animación que presenté, El vendedor de globos, y cuando hablo de él, menciono lo que es la fuerza del empuje feliz, que es una fuerza que sin que tú lo preveas, te lleva a sitios inesperados. Te digo esto porque, claro, cuando hablamos del fracaso… ¿qué solemos considerar un fracaso? Pues decir: “oye, yo salgo del punto A y quiero llegar al punto B”. Pero al cabo de un tiempo, resulta que la empresa no va hacia donde iba tu trabajo, no avanza como tú lo habías previsto. Dices: “¡he fracasado, no he llegado a donde quería ir!” Bueno, mentira, para mí eso es un enorme error, es precisamente, lo más bonito que en la vida pasa: cuando no llegas a donde tú querías ir, sino a otros sitios que ni siquiera habías podido imaginar, y el caso de El vendedor de globos es un ejemplo.

 

 

“La fuerza del empuje feliz, que es una fuerza que sin que tú lo preveas, te lleva a sitios inesperados”

 

 

¿Querés contarnos porqué es un ejemplo?

Yo en un momento me pongo a diseñar un cortometraje de animación por el placer de hacerlo, principalmente como un desafío que me pongo a mí mismo. Años después, resulta que descubro que hay un festival, hago una nueva versión y al final acaba primero y teniendo un gran impacto en una web argentina, solocortos.com. Lo vieron millones de personas y luego acaba seleccionado en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, pues bueno, literalmente, da la vuelta al mundo. Incluso, había gente en Cuba que hacía espectáculos proyectando el cortometraje, en San francisco ganó un premio, en fin, una cosa completamente improbable. 

 

Digamos que hiciste arte sin pensar en qué iba a suceder con él…

Yo en ningún momento soñé con todo aquello, es que ni podía soñarlo (risas). ¿Qué ocurrió? Pues, ocurrió que hice algo, lo compartí con el mundo y, luego, en mis mayores sueños estaba que me ayudara a encontrar un trabajo y poco más, en el mundo del diseño. Pues “la fuerza del empuje feliz” se puso a operar y me acabó llevando a esos sitios tan bonitos en el mundo. Pero también puede pasar a la inversa, ¿no? Pero bueno, que el éxito tiene mucho de aceptar lo imprevisible de la vida y lo que sea que te vaya trayendo…

 

¿Qué consejo podés darnos para dejar de sentir que hemos fracasado?

Mira, a mi me pasa algo muy bonito, creo que es que, cuando miro atrás y me preguntan por mis grandes fracasos o éxitos, cada vez me cuesta más diferenciarlos. No los logro catalogar en un lado o en el otro. Todo está en una especie de punto intermedio, y creo que es bonito que ocurra esto. Un ejemplo de esto es la Timeless Box, un producto que soñé, que consistía en hacer unas cajas que mandaran regalos al futuro (risas), ese era el titular. ¿En qué consistía? Pues bueno, en que con una caja de aluminio con un timer y con un sistema de cerradura automático; tu ponías un regalo, la cerrabas y la programabas para que se abriera el 23 de abril del año 2025 y se la dabas a alguien y se mantenía cerrada hasta que llegaba la fecha y se abría sola. Eh, bueno, con este proyecto, en su día, fracasé, estrepitosamente. 

 

La idea era brillante…

Triunfé vendiendo la idea, recaudé bastante dinero, la vendí a gente de todo el mundo, pero luego me encontré que no conseguí fabricarla. Y en un momento de desesperación total, pues compuse una canción pidiendo disculpas, la mandé a trescientas y pico de personas por todo el mundo. Y gracias a que la gente, pues, reaccionó superbien, acogieron, digamos, mi fracaso, me dieron ánimos. Y al final, al cabo de dos años, logré fabricarla y venderla. Entonces, claro, el momento de mandar la canción, en principio, es como un fracaso de libro, es decir, no has conseguido fabricar el producto, tienes la gente que te lo exige y ni siquiera lo tienes en fábrica… el fracaso absoluto. Y ahora miro atrás y pasaron tantas cosas bonitas gracias a aquel evento, que lo veo todo como parte de una experiencia. Aprendí muchísimo, tanto, que no soy capaz de catalogarlo como un fracaso o como un éxito, de la misma forma que algunos trabajos que he tenido, me pregunto: “¿qué fue más fracaso o más éxito?, ¿qué me nombraran o que me despidieran?” Pues no lo sé, porque gracias a que me despidieran de ese sitio, luego acabé en este otro.

 

 

“Si estoy disfrutando es que estoy triunfando, pero si la ansiedad y las exigencias se están colando para producir angustia, entonces estoy fracasando, haga lo que haga”

 

 

Qué buen enfoque, imagino que, en realidad, esto aplica para todo en la vida…

Un ejemplo muy bueno son las relaciones amorosas, yo tengo la teoría de la escalera. Si cada fracaso lo enfocas como una puerta que se abre a la siguiente relación, pues, menudo éxito, si ahora estoy muy feliz con mi mujer y con mi hija en París, toda esa felicidad se sustenta en todos los “fracasos” amorosos pasados. No sé diferenciarlos, y creo que es bueno no diferenciarlos, significa que me estoy liberando de esa dicotomía tramposa que me hace vivir con una especie de espada de Damocles encima mío que me dice: “Ahora te has equivocado”. Y al final, algo que para mí es muy importante, es preguntarme: “¿estoy disfrutando con lo que hago?, ¿o me estoy juzgando y añadiendo sufrimiento?” Porque si estoy disfrutando es que estoy triunfando, pero si la ansiedad y las exigencias se están colando para producir angustia, entonces estoy fracasando, haga lo que haga; independientemente de cuántos miles de personas dicen que soy guapo o que lo hago bien o no. Eso da igual. 

 

Claro porque, al final, está nuestra autoexigencia y el peso exigente que le ponemos a la mirada social, es como mucho…

Entonces está en el libro una regla, creo que es la del pulgar, que vuelvo a la idea del primer homínido que tiene un dedo pulgar que permite hacer pinza y, gracias a ese dedo pulgar, pues, puede empezar a construir herramientas y tallar piedras, de ahí venimos nosotros. Y ese es el gran factor diferencial de todo lo que diseñamos más tarde. Yo no me imagino a ese mono dando un golpe a una piedra y diciendo: ¡pero, no está bien dado! y angustiándose. Creo que esa autoexigencia, esa idea de perfección, esa idea de: “esto no es lo suficientemente bueno”, es algo que nos hemos autoimpuesto nosotros mismos de forma errónea. Y regularmente viene, vuelve ese pensamiento en el día a día, “no estás haciéndolo bien” y siempre vuelvo al chimpancé y digo: “Ignasi eres un simio golpeando una piedra al lado de un río, ¡tranquilo!”. Es que no hay una combinación perfecta, cualquier combinación acabará siendo buena si la miras con el suficiente cariño. Ese yo creo que es uno de los mensajes más importantes del libro. Que al final me lo he escrito para mí mismo, para recordar el placer de hacer y quedarme en lo presente y en esa satisfacción que trasciende a valoraciones tramposas, de si lo hago bien o mal. 

 

CONTACTO:

Ignasi Giró

Instagram: @ignasigiro

Web: www.teoriaoptimistadelfracaso.com

Editorial: Kōan Libros

Instagram: @koan.libros

Web: www.koanlibros.com

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