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El amor mueve al mundo

Autor: Diana Arias

En el Día Internacional del Orgullo, una historia de amor inspiradora para abonar el terreno de la igualdad para las nuevas generaciones.

Freddy Suárez y Luis Ayala son extranjeros que viven su amor en Buenos Aires. En esta fecha, en que se celebra en el mundo el Día Internacional del Orgullo, ellos sienten satisfacción de poder, con su historia de amor,  “abonar el terreno de la igualdad para nuevas generaciones”. En palabras de Freddy, “si con nuestra historia contribuimos a que jóvenes que dudan, que piensan si algún día van a ser libremente felices siendo gays y mostrando al mundo su elección, ¡bienvenida al mundo nuestra historia!”.

 

En primera persona

Freddy Suárez llegó a nuestro país en el otoño de 1997, siendo un periodista recientemente graduado que buscaba en estas tierras un horizonte laboral. Nacido en la ciudad de Bucaramanga, el colombiano obtuvo una beca de un año para trabajar en Buenos Aires. “Buenos Aires me fascinó, cuando se cumplió el año de estadía, no me quería ir. Afortunadamente, conseguí trabajo como asesor en una empresa norteamericana”, contó. Cuando en 2001 la empresa se fue del país, le dieron la opción de irse a Brasil. Pero ya se había enamorado de Argentina, y de Luis. Freddy se especializó en Teoría y Mercado de Arte, y actualmente se dedica a la promoción de artistas jóvenes en el mercado internacional. 

 

Luis Ayala nació en San Juan de Puerto Rico, estudió en Estados Unidos y trabajó en trece países del mundo en el mercado asegurador de obras de arte y joyas. En 1991 llegó a Argentina, cuando un peso era igual a un dólar y la empresa para la que trabajaba, creyó que era importante tratar a los clientes latinoamericanos personalmente. Actualmente, como asesor de coleccionistas de arte, viaja mucho al interior del país a conocer nuevos artistas y coincide con Freddy en el respeto hacia su persona y elección sexual. 

 

Historias que inspiran

Nunca sintieron en Buenos Aires, ningún tipo de discriminación por su elección sexual. “Somos una pareja que ha creado juntos un camino. Viajamos mucho por el interior, buscando nuevos y talentosos artistas, dando conferencias, curando colecciones. Y nos presentan como esposos, en todas partes. No buscamos ser inspiradores, ni hacemos algo especial para serlo. Pero decididamente muchos amigos gays nos dicen que es lindo saber que se puede tener una relación abiertamente gay. Hemos construido un grupo de amigos maravillosos y en este ámbito valiosísimo de trabajo, sentimos que nos ven como buenos influencers”. Así miso, ellos también tuvieron su pareja de inspiración. “Nosotros también tuvimos nuestro ejemplo a seguir, que son nuestros padrinos de bodas, hace 48 años que están juntos. Y hace 50 años, la cosa era mucho más difícil, ellos sí abrieron camino”, dijo Luis.

 

La historia de amor de Freddy y Luis

Con ese humo apenas podía respirar. Las luces y la música del lugar eran tentadoras pero tenía que salir de ahí. Una última mirada y ocurrió: desde el umbral, en el extremo opuesto de ese pub que tenía prohibido, lo vio. Le impactó la sonrisa, la mirada desvergonzada, ese gesto único de sus ojos bailarines. Y como quien siente el llamado divino, supo que era el hombre de su vida. Dos escollos le impidieron acercarse: la sofocante atmósfera gris y que a ese ser, que acababa de descubrir, alguien le estaba hablando con dulzura al oído. Los pulmones le explotaban. No podía más y se fue llorando, tosiendo, escupiendo impotencia a su torre de marfil. El piso en el que vivía, un elegante espacio en las alturas del barrio más coqueto de Buenos Aires, fue desde esa noche, testigo mudo de su agonía de amor. Ya nada fue igual. Se lo encontraba en los sueños, le parecía verlo en la calle mezclado con los rostros desconocidos. Hasta comenzó a imaginar los diálogos que jamás existieron. ¿Puede alguien morir de amor así? ¿Es justo que ojos bailarines ande por la vida sin saberlo? Esas respuestas fueron tomando forma con los meses que traían más y más necesidad de actuar. Volvió al pub, tomó algunas precauciones y su alergia fatal al humo y al smog fue cuidadosamente tratada.

 

El frío de junio era despiadado, y su origen portorriqueño hacía evidente el contraste en su cuerpo. Se puso una camiseta debajo del polerón negro, un clásico de los caribeños en el cono sur. Ya en la puerta del pub, una amiga le dijo: buscalo, si es tu destino, lo vas a encontrar. Y sí, allí estaba. La sonrisa, la mirada aguda, el gesto inteligente. Cruzó la pista, otra vez, alguien le hablaba al oído, pero escuchó una frase decisiva “Napolitano, andate que ahí viene”. Freddy también tenía camiseta. Se miraron, se presentaron, ¿tomamos un café? Salgamos que acá no se puede hablar. El aire helado del invierno porteño les dio en la cara y se sentaron en una mesa arrinconada en el bar que estaba enfrente.

—¿Querés pasar la vida conmigo Freddy? Lanzó la pregunta cardinal.

—Hace dos años que vengo a este lugar esperando que vengas por mí. Sí, Luis, quiero.

 

Más de dos décadas después, este amor decididamente inspira. “El amor mueve al mundo. Queremos agradecer a la Argentina, nos ha dado todo. Especialmente la libertad. Apostamos por este país, nos levantamos cada día queriendo nuestra vida acá. Acá nos conocimos, nos amamos y crecimos profesional y humanamente, somos felices acá”, concluyen y la historia continuará.

 

POR: Diana Arias

Escritora y periodista

Instagram: @dianaariasoficial

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