Persevera y triunfarás, dice la frase que te “asegura el éxito”. Habría que definir qué significa triunfar para nosotras y cómo nos vamos a dar cuenta de que estamos ahí cuando lleguemos. Se trata de integrar. Dicen que en la esencia del alma estamos compuestos por luces y sombras. La polaridad existe: sin luces no hay sombras y al revés. El camino es permanente y tocar fondo nos invita al despegue, estar en la oscuridad del proceso nos ayuda a ver la luz al final del túnel. 

La luz en la oscuridad

Luces y sombras, qué polaridad tan incómoda y necesaria para el camino de la evolución, del crecimiento, el que nos invita a brillar, a conectar con lo lindo que tenemos, nuestras habilidades más luminosas y hermosas, esas en las que habitamos nuestra mejor versión del proceso de la vida. Evolucionar nos permite mirarnos, nos ayuda a entrar en donde menos nos gusta y nos conecta con eso en lo que nos queremos transformar. No existe una sin la otra. No hay triunfo sin fracaso, no hay coraje si antes no tenemos miedo. Se trata de confiar, la relación que tenemos con el tiempo, a veces, es muy chiquita. Ahí se despierta la ansiedad, se despierta la nena caprichosa que llevamos adentro. 

¿Qué estoy eligiendo?

Impongámonos ante lo que queremos. Dejar de permitir lo que no queremos que pase. Aprender a decir que no, para luego elegir lo que quiero y necesito. El tiempo es nuestro, pero muchas veces es la vida la que nos dice cuándo y cómo. ¿Estaremos en la lista de invitados de soltar el control? ¿Qué sucede si lo hacemos? Nos desprendemos de la infantil creencia de que si controlamos evitamos que algo pase. ¿Es una sensación que no es? Dicen que hay un tiempo para hacer y otro tiempo para que las cosas sucedan. Será como plantar la semilla y esperar los brotes, con sus tiempos, cuidados, temperaturas. Se trata de que se despierte y crezca. La semilla está dormida. Y tu semilla, ¿cómo está? ¿Sos vos la que elegís o tu piloto automático?

Muy despacito

Frená, bajá un cambio, que para evolucionar no necesitamos ir rápido, pero sí saber hacia dónde. La dirección, muchas veces, es más importante que la velocidad. Movete de ahí si no sos feliz. Salite de esa relación que no te suma, anímate a dejar de permitir, empezá a decir que no. Elegí de quiénes te rodeás, al fin y al cabo es tu vida, es tu proceso y es tu evolución. No lo hagas sola, hacé tu lista, tu check de autoridad… ¿A quién vas a poner en tu lista porque sabés que te suma y te quiere? ¿A quién le vas a decir “gracias, pero no me interesa tu opinión”? Cuidate, porque hay un máster en ordenar vidas ajenas para no hacerse cargo de la propia. Y cada vez que sientas que diste un paso más, no te olvides de darte una palmadita en la espalda para recordarte que vas bien, que por hoy es suficiente y que el camino sigue, con tiempos, con algunas semillas dormidas y otras por despertar, pero acá estamos vivas y en pie para poder elegir cómo queremos vivir nuestra evolución. Que sea con amor y que todo te fortalezca. Pateá el tablero y evolucioná hacia tu propio despegue.

“Evolucionar nos permite mirarnos, nos ayuda a entrar en donde menos nos gusta y nos conecta con eso en lo que nos queremos transformar”

POR: Florencia Cucco

Coach Ontológica Profesional

Instagram: @flor_cucco