Una charla con Male Sanchez, la artista que es la cara de la última campaña de Furzai, marca de diseño clásico y minimalista con detalles modernos que propone, en su nueva colección, un recorrido por la naturaleza y un encuentro con sus elementos y sensaciones.
Cumpliste treinta hace poco… ¿Cómo llevás el Retorno de Saturno?
La vuelta de Saturno es rara y me parece que es un poco más larga de lo que creía (risas), pero digamos que ya la pasé. También es un proceso… siempre fui de no creer en nada y ahora me empecé a acercar un poco a la astrología y me regalaron para mi cumpleaños, justamente, la carta natal. Me doy cuenta que, inevitablemente, hay un cambio, el planeta Tierra no está solo y todo lo que sucede alrededor influye. Y que, como toda crisis, es revoltosa, pero hay momentos de claridad. Así que vamos bien (risas).
Empezaste a trabajar desde muy chica, ya teniendo diez años de carrera, ¿cómo lo ves en retrospectiva y cómo la Malena Sánchez de hoy toma el trabajo en comparación con la más chica?
Es un poco contradictorio porque, por un lado, siento que soy más selectiva en general, respecto a la vida misma… Por eso digo, que estoy viviendo los nuevos veinte pero mejorados, algo de lo selectivo me gusta y está activo en mí ahora a los treinta. Por otro lado, es contradictorio porque yo ya era reselectiva cuando era chica también. Yo tenía algo, que lo veo más cercano a los veinte, que era algo más revolucionario como: “yo no quiero ser famosa y no voy a trabajar para novelas que tengan que ver con adolescentes, que esté mal contado y que todos los vínculos sean tóxicos”. Al final, siempre fui un poco selectiva (risas).
O sea que ahora estás un poco más selectiva…
Hoy en día siento que me tiene que gustar mucho la historia para hacerlo y tengo que tener muchas ganas. Entonces, veo todo un cambio en hacia dónde llevar mi carrera, antes como el laburo de actriz me encantaba, siempre con estos principios medio adolescentes revolucionarios de: esto no y esto sí, pero era laburar… necesitaba laburar. Ahora, de repente, prefiero no laburar y estar en mi casa nutriéndome de otras formas. No se si hay un cambio tan radical (risas).
Siempre fuiste muy fundamentalista, digamos…
Sí, es que también fui al Colegio Pellegrini y tenía algo de la voz, del centro de estudiantes, de luchar por tus derechos… Siempre me jodían con “sos la sindicalista del grupo”, yo tipo: “no chicos, no soy la sindicalista del grupo, hago valer mis derechos” (risas). Está bueno saber lo que nos corresponde o no nos corresponde.Todo se va transformando porque después empezás a trabajar, terminás haciendo una tira, te sacás un montón de prejuicios y aprendés un montón de cosas… “Che esto podría ser de otra forma, che los famosos no son todos egocéntricos que te tratan mal…”. Todos prejuicios que uno tiene…
Y al final terminaste siendo famosa… (risas)
Igual es raro eh, porque no me siento tan famosa. Antes no lo sentía en el momento de mayor fama, que es cuando estaba la tira al aire (Argentina, tierra de amor y venganza) porque estaba en un torbellino que no paraba… De las veinticuatro horas, doce estaba metida en el canal, dos arriba del auto, no fui tan consciente en ese momento. Nunca me puse a pensar “ah, en un momento me seguían casi quinientas mil personas”, después me dejaron de seguir (risas), miraba más bien para otro lado. Después vino la pandemia y ahora ya no soy tan famosa, es bastante efímero. Eso también es bastante loco y para algunas personas que sí le dan un valor muy importante a la fama puede ser muy destructivo, porque de verdad que de un día para el otro importás un bledo y ahora les importa tal o cual persona.
Es muy cíclico...
Sí, por eso está bueno tomárselo como un juego. El famoso que es muy famoso para mí alimenta un poco su fama y vive de ser famoso, más que de otra cosa. Uno puede trabajar en la tele y ser famoso un tiempito y no ser tan famoso en realidad. Depende también de cómo lo llevás, hoy en día todo cambió.
¿Y con todo esto cómo llevas el tema de las redes sociales? Digo, porque igual te siguen cientos de miles de personas… (risas)
Es pura contradicción, como todo en la vida (risas). No sé… no uso Twitter porque no me lo quiero descargar para, justamente, tener menos vida de red social. Tampoco tengo Tik Tok. Tengo Instagram y ya me parece un montón, cada vez lo odio más, va in crescendo. Siempre fui de usarlo poco, soy de no ver mucho la vida de la gente porque me parece medio tóxico, todo el tiempo te estás comparando, ya de por sí nos comparamos en la vida real y creo que Instagram te hace compararte más y con el diez por ciento más feliz de la vida de las personas. Entonces, siento que puede ser muy nocivo y, por otro lado, siempre fui de no pensar mucho las cosas, subir lo que se me cante. Es que si lo empiezo a pensar me vuelvo loca. Subo como si tuviese diez seguidores y lo viesen solo mis amigos, no estoy pensando nada de todo eso que a vos se te ocurre. Cada vez me gusta menos y me hallo menos con esto de mostrar el mundo feliz… no quiero perder la espontaneidad.
¿Cómo fue aterrizar de la tira Argentina, tierra de amor y venganza a la pandemia sin escalas?
Me pasó que terminó la tira y yo necesitaba un poquito de silencio, incluso me iba a ir a vivir a España unos meses a lo de los chicos de la tira, pero ellos tienen su mundo social y yo iba a estar más sola, no iba a tener un teléfono de allá. Yo le decía a mis amigas que necesitaba que no me sonara un teléfono, pero no de estrés de laburo. Que no me sonara el teléfono ni por una amiga diciéndome “¿cenamos mañana?”, me estresaba hasta que me ofrezcan cenar mañana (risas). No quería ni eso. Quería estar en España porque además soy reamiguera. Me dicen Roberto Carlos (risas). Vuelta de Saturno… en un momento dije “no quiero ser más Roberto Carlos, no quiero ni un amigo más en mi vida”. Me caía bien alguien y era: “Malena que no sea tu amigo, llevate bien y punto pero no va a ser tu amigo”. Es que me enloquece la gente, me gusta mucho y me da intriga la gente. Ahora me calmé un poco, quería irme a España, estar sola y vino la pandemia. Entonces me cagó lo de España pero no se podía cenar, ir al cine, a una fiesta, no te podías juntar… entonces, dentro de todo lo malo que hizo, en ese punto me vino bárbaro.
Necesitabas tiempo interior para vos…
Me cuesta hacérmelo si la rueda del mundo sigue a mi costado. Incluso estuve rebien en 2020 que la rueda empezó a funcionar… la cantidad de trabajos que rechacé… Fue tipo “¿qué? ¿un parque? ¿gente?”… Ir a una fiesta y que sea como “Ay hola beba, te extrañe, te amo”. Yo tipo: “no me amás, no me extrañaste, no me mientas” (risas). Obvio que no les respondía eso pero sentía que todo era Instagram, que todo era falso.
Nos pasó a todos esto de la revalorización de los vínculos, todos pusimos un poco en la balanza y elegimos...
Pero a mí me duele. Así como parezco canchera y todo bárbaro, tengo que duelar los vínculos. No es que digo “Uh que falso, chau, sigo con mi vida y mis amigos y ya fue esa gente”. No, no me gusta, me siento incómoda. Preferiría decir “ay yo también te amo”. Igual nunca fui de decir “yo también te amo”, porque sí. Mi madre me volvió loca toda mi vida con “pensá en la palabra”. Me lo dijo siempre porque yo me voy de boca, incluso. Entonces tengo ahí un mandatito y nunca fui de “chau amiga, te amo” y te conozco hace tres días. No, no sos mi amiga y no te amo. Decime tipo… “Ay la pase relindo, gracias, veámonos de nuevo”. Y el 2021 me está costando y me costó más y quiero que termine (risas). El 2020 no me molestó tanto pero este año… por mí ya estamos… diciembre.
Hace un rato me decías que estás con más ganas de estar nutriéndote en tu casa… ¿con qué cosas sentís que te estas nutriendo o te estuviste nutriendo?
Yo soy culo inquieto… en el 2020 fue estar en mi casa limpiando/ordenando. Fue bárbaro porque conocí el sillón, ahora soy vaga (risas). Me senté en el sillón y empecé a leer y a leer. Conocí la mejor forma de parar la neurosis que es entrando en otros mundos. Lo que pasó en 2020 fue que estuve en pausa… mi cerebro estuvo en otras historias. También te conocés a vos, leyendo generás opiniones… Con la lectura fue con los que más conecté y ahora canto, toco el piano, hago yoga, estaba yendo jugar al fútbol y ahora, como me duele un poco la rodilla, estoy yendo a rollers. Tener tiempo para uno, pocas cosas sociales de a muchos… me está costando mil.
¿Y proyectos nuevos?
También trabaje (risas), no es que no trabaje en todo el año y ahora estoy trabajando. Tengo dos pelis hasta que termine el año. Con la pandemia todo se fue atrasando y quedó todo en la segunda mitad del año. Incluso cosas que se superpusieron y tuve que elegir entre una y otra, otras quedaron para el año que viene… Ahora se viene como si fuera un marzo, abril, mayo en una oficina, pero en mi vida sería octubre, noviembre y diciembre. Así que creo que se va a terminar rápido.
Mientras tanto sos la cara de la nueva temporada de Furzai… ¿Cómo es tu relación con la moda?
Siempre fui la chica de jeans, borcegos y remera gris, blanca o negra… que no me importaba mucho la ropa, era como un uniforme de siempre. Sí tener mi onda personal pero no estar a la moda, ni saber de moda, de lo que se usa, lo que se viene… nunca. Nunca fui de ir a comprarme ropa, me gusta pero me da fiaca. En eso empezó a aparecer el hacerme más fotos, siempre fui la actriz que no se hacía fotos porque le daba fiaca. Me saqué un prejuicio que tenía de que la moda fomentaba la anorexia y estaba todo mal, una cosa absolutista. La verdad que destaco cómo laburan las chicas de Furzai. Me empezó a divertir trabajar en moda, más cuando se trabaja bien como con las chicas de Furzai que no priorizan sólo lo estético.
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