En tiempos de aislamiento social, donde lo esencial es un abrazo que se vuelve imposible por un virus invisible, el “derecho al goce”, como siempre sostiene la periodista y escritora Luciana Peker, se ha visto censurado. Tocarse se convierte en un anhelo y tocarnos, la opción más viable. Lo virtual se vuelve tangible y el PH de la piel se transformó en píxeles. La nueva rutina para afrontar el aislamiento incluye clases online de cocina, de pilates, de zumba, de cómo reciclar un mueble y también de cómo juntar la paciencia necesaria en tres pasos para sentarnos y hacer la tarea con nuestra hija o hijo. Las planillas se cambiaron por mandalas para pintar y los deseos se cuentan por mensaje privado. Los nuevos tiempos invitan a entrar en un streaming en vivo por la noche desde un sillón que ya tomó la forma del humano que lo habita, a usar la poesía como trinchera. Netflix se convirtió en el mejor entretenimiento para un matrimonio y las videollamadas son los salvavidas emocionales de una sociedad que se pone el cronómetro a las nueve de la noche para aplaudir a los médicos desde sus balcones o ventanas, y lo pausan a las nueve y media para que recorten el sueldo a los políticos. El homeoffice se transformó en la mejor salida del ocio y las agendas se llenaron de deseos para cumplir cuando todo pase. Mientras las pantallas continúan en el podio de nuestros must cotidianos y las huellas dactilares se cansaron de scrollear por inercia, el anhelo del vínculo cara a cara en tiempos de cuarentena está en la cima de nuestros deseos. Escritores acarician con palabras a sus seguidores por las noches desde Instagram, porque dentro de esta pandemia hasta el más duro necesita una dosis de arte para sobrellevar tanta incertidumbre. El sexting arde y los deseos se camuflan en palabras que acortan distancias. En tiempos de mucho TikTok y poco toqueteo, el deseo se deconstruye. Tocarse, pensarse y desearse están a la orden del día.
Deseos en cuarentena
Deseo, esas cinco letras que, según la RAE, se refieren a un movimiento afectivo pero que, en palabras del psicoanalista y filósofo Luciano Lutereau: “no es lo que se busca, sino la diferencia entre lo que se busca y lo que se encuentra; permite la aparición de la novedad, de lo insospechado, de la sorpresa. 'Nunca me imaginé que iba a terminar con una persona/interés/etcétera así´, dice el deseante”. El deseo se transforma en ganas: “Buscar. Arrancar. Prenderse. Pensar en sexo. Fantasear. Es como un horny mood que algunas personas tienen más a flor de piel que otras. El deseo es algo personal, pero que se construye a partir de factores biológicos, afectivos, psicológicos y culturales”, define Cecilia Ce en su libro Sexo ATR. El goce es el cuerpo en fiesta y las fantasías permiten ubicar la mente en futuro para disfrutar en tiempo presente. El tiempo que tenemos puertas adentro nos permite indagar en un sinfín de posibilidades para compartir esas fantasías. La tarea para “el hogar” es ocuparse de uno mismo: “hacé cosas para sentirte mejor con vos. Es bastante complejo disfrutar del placer que siente un cuerpo al que no queremos. Es más sano amigarte y maravillarte por lo que es capaz de sentir y experimentar. Si lo retás, lo censurás. La mejor manera de ganar un partido es alentando al equipo”, aconseja Cecilia Ce.
“El deseo es algo personal, pero que se construye a partir de factores biológicos, afectivos, psicológicos y culturales”, Cecilia Ce
Disfrute en construcción
El encierro hizo que el tiempo adopte nuevas formas de medirlo. El día perdió el protagónico y ese jet lag constante que nos deja la cuarentena nos pone en vilo a la madrugada. Pero, ¿eso qué importa? Lo que importa es el tiempo medido en erotismo. Lutereau plantea que “El tiempo, cuando es tiempo, es erotismo y en el deseo erótico, hay tres: uno, el otro, pero también el otro cuando es otro para sí mismo. En el sillón de una casa, en el living durante la cuarentena, el problema de las parejas es que están condenadas a ser dos. En el espacio de goce, son dos. ¿Cómo hacer entrar un tercero ahí? Eso existió desde siempre: amantes, sexting, irse a chatear al baño”. Los que pasan el aislamiento en pareja y bien, valoran más que nunca el beneficio de la intimidad. Como dice la licenciada Cecilia Ce: “La cama es la vida. Como somos en la vida, somos en la cama”. Las opciones son muchas, estando solas o acompañadas. Esperemos que el después nos reciba con la revolución que queremos.
Tiempo para reflexionar. Este también es un momento para repensar nuestros propios deseos y nuestras formas de goce, más allá de la intimidad. Al respecto, Luciana Peker proclama: “el derecho al goce es un derecho que reclamamos, es un derecho político”. Porque cuando hablamos del goce, no solo hablamos del plano sexual, sino de gozar y disfrutar como una forma de vivir. Dentro de ese deseo y ese derecho al goce, nos econtramos con cosas como “yo quiero ser artista”, “yo quiero dirigir una empresa”, “yo quiero vivir más tranquila”, “yo quiero vestirme de determinada forma”… La propuesta es dejar de ver esos deseos y pasar a gozar de eso que queremos.
“El derecho al goce es un derecho que reclamamos, es un derecho político”, Luciana Peker
ENTREVISTA
Desnudá tu mundo interno
A la hora de desnudarnos: ¿qué sabemos para poner nuestro deseo en práctica?
MINIBIO
Lic. Cecilia Ce (Psicóloga)
Continuó su formación con una especialización en sexología clínica en la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH). Trabaja con herramientas cognitivo-conductuales para fortalecer la autoestima sobre la base de la psicología positiva. Seguila en sus redes sociales: @lic.ceciliace
¿Las mujeres estamos más conscientes de nuestro propio goce?
Somos más conscientes y lo estamos pidiendo. Sabemos que lo merecemos. Creo que nos falta la información. Creo que en algún punto el movimiento (feminista) va más rápido de lo que se mueve el acceso a la información. La información está, solamente que no está el acceso. Ok, podés disfrutar, pero, ¿cómo hacés?
En esa búsqueda de información, ¿estamos en un proceso de deconstrucción del sexo?
Sí, de quebrar con el modelo que solamente genera malestar en todas las personas, no sólo en las mujeres. Hay un modelo ficticio que se repite sin cuestionar y todas las personas plantean el mismo malestar ante ese modelo. No es que hay alguien que esté pasándola bien.
¿Qué tipo de malestares?
El modelo sexual es todo erróneo.
¿Lo decís por estar enfocado más a consentir el deseo del hombre?
Sí, aunque ni siquiera a veces el hombre la pasa bien. El hombre también tiene un montón de presiones encima y falta de herramientas. Me llama la atención cuando me mandan mails, me escribe gente por Instagram, me escriben chicos de 15 años diciéndome: “mi pene mide tanto, no me animo a tener relaciones sexuales, decime si está bien”.
¿Esa presión está más en el hombre al quedar “expuesto”?
El hombre está expuesto con terror absoluto a la situación sexual, es tremendo. Es todo mental. La mujer tampoco sabe cómo reaccionar. Si está bien o está mal. Es una cadena de malestares innecesarios que, además, instala una problemática, que luego los tenés en con-sultorio a los cuarenta años con una eyaculación precoz o con una disfunción eréctil porque arrastra la información errónea desde los quince, por eso es tan importante la educación.
¿Un consejo para llegar al goce?
Creo que hay una sobrevaloración de la vagina como órgano erógeno. Tenemos que pensar la sexualidad como una construcción que tiene cada persona, con varios ejes, y que se pone a prueba en la vida ante todas las situaciones. Los ejes que la marcan son la autoestima, las creencias y la información. Con esos tres, es cómo te vas a defender ante cualquier situación que tengas: un embarazo, infidelidad, una situación sexual. Ante todo lo que nos ponga a prueba en lo sexual vamos a responder desde tu autoestima: qué me banco y qué no, si me animo a llevar la iniciativa o no, si me animo a desnudarme o no… la autoestima con todo lo complejo que es. Las creencias como, por ejemplo, si demostrar interés me hace verme promiscua. Y la información que tengas es todo.
Encierro para tres
Mientras muchas mujeres conviven con el enemigo y los casos de violencia no se ponen en pausa como nuestra libertad, el deseo y el goce en la pareja se ven la cara ¿sólo de a dos? “El goce en la pareja es cuando son dos, sin afuera. Intentos desesperados de incluir un afuera son el amor libre, las llamadas ‘parejas abiertas’, etcétera, pero son inclusiones: formas de meter el afuera en el adentro. La mujer actual pudo hacer del goce un deseo. Se comprueba en lo que Luciana Peker llamó La revolución de las hijas, que trasciende la diferencia entre deseo y goce y encuentra en la cuarentena un erotismo más feliz. El encierro es una figura masculina, mientras que el goce del deseo en la mujer actual descubre la fuerza del tiempo, la confianza del porvenir, el sexo generoso de esa pareja que nunca deja de ser un trío, cuando ambos no renuncian a dejar de ser dos extraños”, concluye Lutereau. De esto ya hablaba Jacques Lacan, de la diferencia entre el “goce masculino” y “el goce femenino”, viendo al primero como un “goce fálico”, experimentado de forma puntual, localizado en un determinado contexto o en zonas específicas del cuerpo, siempre marcado por un límite: su pene. Mientas que el “goce femenino” es experimentado —cuando es realmente experimentado— sin límites ni zonas específicas del cuerpo, visto muchas veces ante nuestra cultura como algo desmedido o malo. Así, al no estar las muje-res dotadas de un pene, se encuentran abiertas a la experimentación de ese goce en todo el cuerpo. El punto está en comenzar a poner en práctica esos goces sin todos esos temores y esos prejuicios que ponen en vilo, justamente, nuestros propios deseos. Cada mujer debe descubrir su propio goce y de esa manera activar la revolución, redescubrir los deseos más allá de lo sexual, avanzando hacia un objetivo que no tiene vuelta atrás.
La propuesta es dejar de ver esos deseos y pasar a gozar de eso que queremos
ENTREVISTA
El goce como derecho
Plantearlo y ponerlo en palabras: el ABC de la lucha feminista.
MINIBIO
Luciana Peker (Periodista)
Especializada en feminismo y con la lucha cargada al hombro, es autora de los libros La revolución de las mujeres no era sólo una píldora y de Mujeres ferroviarias. Su último material publicado es La Revolución de las hijas.
Tamara Tenembaum (Escritora y periodista) Su último material publicado es El fin del amor. Querer y coger.
¿Se empieza a debatir una crisis de la monogamia? ¿La sociedad se plantea una de-construcción del amor?
Peker: Me interesa pensar en la deconstrucción del amor, creo que esta no es sólo salir de la monogamia e ir a la pareja abierta por las dudas. En lo personal, la única pareja abierta que conozco es que un tipo abra la puerta y se vaya. Creo que hay una crisis del amor y del sexo, que tiene que ver con raíces más profundas, y lo que veo es que el poliamor se está usando por parte de muchos hombres para hacer como un “sincericidio” que ponga a las mujeres con las que está en pareja en situación de tener que aceptar que estén con otras personas a raíz de ello. Para nada me parece tampoco que el poliamor se termine en esas situaciones que vulneran los deseos de las mujeres. Sí, me parece que el amor plural y el salir de la monogamia es uno de los cuestionamientos al amor más interesantes que se hicieron.
La responsabilidad emocional…
Peker: Muchos de los casos están distorsionando por una idea de personas descartables, que no importan. Me gustó mucho lo que está escribiendo Brigitte Vasallo en España, Cadáveres emocionales. Estoy leyendo algo que publicará más adelante Antonio Rodríguez, un escritor español que me encanta y él defiende la posibilidad de los amores plurales. Gente que está buscando salir de la monogamia sin lastimar y entendiendo que la monogamia es un planteo heterosexual donde el control es del deseo. Estamos buscando formas de salir del amor que no se reducen a que salir del amor clásico y convencional sea sólo tener más parejas sexuales. Hay un uso muy machista y del descarte de eso pero, a la vez, abre los cuerpos y las cabezas a opciones muy interesantes que no hay que descartar para nada.
Hablando de los hombres y de blanquear el “poliamor”, ¿la libertad nos presiona en ese caso?
Tenembaum: Es un problema si es en modo imperativo. Yo no creo igual que sea en modo imperativo, salvo en nichos muy diminutos. Pero sí me parece y me interesa lo que dice Luciana, el tema del fetichismo de las formas. Como si lo que importara del vínculo fuera un formato. No es eso lo que hace que un vínculo sea libre. De hecho, veo un montón de vínculos “abiertos” que están pendientes del teléfono, si contestó o no, si mirás el like a otro. Me parece que la libertad es otra cosa, tiene que ver con respeto, con no poner al otro en una situación en la cual uno tiene que estar pendiente de lo que hacés. Generar esas manipulaciones en las cuales el otro tiene que estar desconfiando pasa en vínculos monógamos y no monógamos. Eso es lo que a mí me parece terrible, entre otras cosas, como es aprovecharse del trabajo impago. Buenísimo si tenemos una pareja abierta, pero si yo hago todo el trabajo impago y, mientras tanto, vos estás teniendo sexo y yo estoy en casa, aunque mi vínculo en teoría sea abierto, no tengo tiempo. Hablé mucho con la gente de Amor Libre Argentina, es muy interesante el material y los talleres que producen en relación a cómo se da en la vida real. Yo no tengo hijos, pero algo que me encanta es a ver cómo funciona la pareja abierta con hijos. ¿Cómo funciona? Hay todo una logística. Me parece que está buenísimo conversar sobre formatos, pero no tiene que pasar sólo por ahí. Tiene que pasar por la cuestión de respeto y por la cuestión de que el objetivo de la vida de una mujer no tiene que ser buscar un tipo. Para mí, tiene que pasar por ahí. Eso no significa que no busquemos vínculos afectivos, que no nos angustiemos cuando no nos mira el que queremos. Cuando dicen “ella está sola”, ¿está sola una mujer que no tiene un marido? Ya usar esas palabras implica ningunear a todas sus amigas que la bancan en todas. Está buenísima la conversación de la apertura de los vínculos, pero no es la única que hay que tener.
En tu libro Putita Golosa, hacés hincapié en el derecho al goce ¿Creés que las muje-res estamos más conscientes de eso?
Peker: Me emociona mucho porque es el ABC de la lucha del feminismo. Es abrir la puerta a decirlo, a poder pedirlo y como decía Tami (Tenembaum), no tener vergüenza. Creo que el derecho al goce es un derecho que reclamamos, es un derecho político. Creo que hay un fenómeno de la indiferencia de la mirada del varón, del “se van a quedar solas” que, por un lado, es cierto lo que dice Tami (Tenembaum) sobre que no estamos solas y aún si estamos solas, las amigas no son algo menor y los hijos no son algo menor. Creo que hoy hay una nueva venganza machista de dejar de mirarnos, como si no existiéramos como mujeres, como otras identidades sexuales y creo que lo difícil es pensar dónde va-mos a reclamar para que un tipo me mire porque a mí me gusta sentirme deseada. Haberlo puesto en palabras, en mi caso con Putita Golosa, Por Un Feminismo del Goce, con el libro de Tamara, El fin del amor. Querer y coger, con el libro de María del Mar Ramón… hay una postura política y es que nos escuchen, porque lo estamos poniendo en palabras. Es salir del dolor individual y plantear la demanda del goce para empoderarnos de qué es lo que queremos y para que, si hay otros y otras que no nos están escuchando, puedan también sentir esa interpelación cuando en lo personal es tan difícil de hacerla.
Un nuevo renacer
Ya las cosas no serán como antes. Este encierro no opcional, nos devuelve a una nueva sociedad que ya no nos espera con los brazos abiertos si no hicimos antes nuestro cambio interno. Nos encontramos en un momento de reflexión para salir de una zona de confort que estaba estipulada en la rutina y soltarnos a nuestros mejores anhelos. Así, la suma de voluntades individuales, queriendo vivir la vida desde su propio goce, será la llave para construir una sociedad más justa, donde el goce pueda expresarse libremente, desde nuestros propios deseos y lejos de los mandatos, los roles y los estereotipos. Es hora de empezar a ponerlo en práctica.
¿Se puede aprender el goce?
Todos sabemos que hay gente que parece poder disfrutar de la vida de manera natural. Sin embargo, si nos lo proponemos, todos podemos trabajar nuestra personalidad para gozar más la vida. Dos ejercicios para practicar en cuarentena:
1. Trabajá tu autoestima: escribí en un papel diez virtudes de tu persona y diez cosas por las que estés orgullosa de tu camino recorrido hasta hoy. Dejalas reposar unos días y releelas. Animate a autofelicitarte por todo lo bueno que tenés y que hiciste. Ahora, seguro que te vas a sentir merecedora de gozar la vida. Escribí diez deseos que querés para tu vida. Ponete manos a la obra y no dejes de releer la lista cada tanto.
2. Estimulá tus sentidos: pensá en todas esas cosas placenteras que te gustan y buscá con cuáles podés jugar que estén al alcance en cuarentena. Puede ser escuchar una canción, oler una flor o saborear un plato de comida. Si elegís este último, por ejemplo, podés cocinarte algo rico escuchando música y tomándote tu vino preferido. Preparate la mesa en sintonía con lo que vas a degustar. Fijate de acondicionar un ambiente que te invite a reflexionar y a amplificar tus sentidos. Sentate tranquila y disponete a sentir los aromas de ese plato, identificar los sabores que lo hacen único y paladear las texturas que lo conforman.
Para ver en cuarentena:
“El placer es nuestro” de Goop Lab, la serie de Gwyneth Paltrow en Netflix. Este capítulo es una invitación a explorar nuestra vulva, nuestro placer y nuestro orgasmo. Así, el equipo de Goop se reúne con la educadora sexual Betty Dodson para hablar de vulvas reales y vulnerabilidades actuales.
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Con voz calma y palabras contundentes, nos enseña a cuestionarnos las estructuras establecidas y nos acerca la filosofía que se debate en sus clases.